Porfirio Mireles, "Don Pilo" era un guitarrista costeño, lo conocí en una gira por la costa; aquel hombre de manos toscas y movimientos pausados, solía tocar Chilenas y sones, con aquella guitarra con el puente lavantadísimo, y de laca ya carcomida, nos cantó un poco cuando comiamos y fue así que tocando compartimos un espacio donde me contó este relato.
Al llamar costa a la región no me refiero a playa y palmeras, obvio hay zonas de playa y palmeras pero también hay una zona montañosa, húmeda, donde la luz busca tonos diferentes al azul del mar, y el verde de la vegetación inunda la vista, por ahí de los 40 años, don "Pilo", se dedicaba a animar bailes con su compadre Guadalupe, que erá acordeonista, iban a los restaurants y fondas, iban a velorios, iban a donde los llamaran, un sombrero de palma sintética y una camisa aremangada eran la vestimenta, el pantalón deslavado y el paleacate rojo en la bolsa derecha, así se podía ver a don Pilo en diferentes fiestas, con los bolsillos llenos de morralla y algunas puas. Lupe su compadre tenía la misma pinta, un acordeón semi usado y un buen ritmo. Era una tarde de domingo, en la que ambos venian del "hueso" cuando decidieron cortar camino por una vereda que sale detrás del cerro de la Olla; "Serían las 5 mas o menos" - me cuenta aquel hombre de uñas semi largas y cabello blanco, "Cuando mi compadre y yo veniamos bajando en la vereda, habiamos echado unos mezcales"- sonrie y se apoya las manos en las rodillas- "Al ir bajando me dieron muchas ganas de orinar y me paré, mi compadre bajó el acordeón y se sentó, ya venía mas borracho que yo, luego bajando por la vereda venía un hombre a caballo un caballo enorme, nos saludó muy amable y le preguntó a mi compadre que si tocábamos sones, yo le contesté por que mi compadre balbuceaba por la borrachera; y le dije que cobrábamos 30 pesos la canción o 250 la hora mas o menos 30 canciones, el señor aquel nos dijo que nos iba a pagar 300 la hora pero quería 5 horas, y que nos fuéramos de una vez con el; como pude subí a mi compadre y me trepé al caballo y avanzamos, ese señor llevaba un buen sombrero y ropa buena" -dijo don Pilo mientras le pasaban un mezcal arroqueño en un vasito de veladora- "Era un caballo grande, de un café encendido, muy obscuro, subimos por otra vereda y no hablamos, yo iba con mi compadre poniendome deacuerdo con la canciones para ver si lográbamos llenar el tiempo; entre la vereda bajamos a un camino amplio entre cafetales y llegamos a una finca grande ya era tarde, nos habremos hecho 1 hora y media casi dos, luego que bajamos ya pude ver un poco mas la cara del señor aquel, tendría unos 50 años, de barba canosa, era zarco, tenía ojos azules, que de pronto se veían verdes, yo pensaba que era la borrachera, el patio de la finca tenía un enlonado y mesas y la gente ya estaba comiendo o terminaba de comer; el señor aquel bajó a la cocina y nos condujo, le pidió a una cocinera que nos atendiera y se fue, las señoras nos ofrecieron un plato con comida, tortillas y unas cervezas a cada uno, mi compadre ya estaba listo para tocar, yo no comí mucho apenas, porque aunque se veía delicioso ese molito de olla, olía muy bien pero apenas lo probé, se sentía el cebo y hasta un poco agrio, se lo devolví a la cocinera y me lo dió para llevar, en cambio mi compadre comió y pidió otro plato; nos alistamos y una señora muy guapa nos puso con la gente que ya estaba bebiendo y empezamos a tocar, varios se pararon a bailar, otros seguían tomando, luego nos pasaron un cartón de cervezas y mi compadre comenzó a beber, yo me hacía el que tomaba porque un muchacho nos destapaba la cerveza y nos la servía, cada vez que se acababa, yo le dije que como estaba cantando iba lento, de todos modos tomé unos tragos a la que me destapó. la fiesta estaba bien prendida las muchachas bailaban y un par se me quedaban viendo, pero a mi me había gustado la señora del patrón, estaba mucho mas joven que el y de muy buen cuerpo, una nariz respingada y cabello largo, largo, se me quedaba viendo y volteaba o se empinaba un trago y me miraban. Las demás personas bailaban pero a medida que avanzaba la fiesta el ambiente estaba en menos control, ya algunos lucían mas ebrios y otros estaban agresivos, algunas mujeres empezaban a desinhibirse. Mi compadre si se puso hasta las manitas, y el señor llegó y le pidió el acordeón, mi compadre se lo dió y el señor me dijo que el tocaba que si lo podía acompañar; yo no tve mas remedio porque Lupe mi compadre estaba tirado de borracho, asi que avisó a todos que ibamos a seguir bailando, y comenzó a tocar un ritmo lento muy pegajoso, y entonces todos empezaron a bailar poco a poco se fueron agregando mas y algunas parejas se besaban y se acariciaban en la pista otros tenian la mirada perdida, otros mas una actitud rara, como de animales, el señor aquel iba acelerando el ritmo aquel y me empezaba a costar trabajo seguirlo, los dedos le bailaban en el acordeón, la gente comenzaba a bailar mas frenética y los que antes solamente se abrazaban a medida que el ritmo apuraba, se quitaban la ropa y comenzaban a tener relaciones, los que caminaban como animales estaban ya peleando, un señor intentaba morder a otro que pedía ayuda pero que era ignorado, una mujer besaba a otra mientras esta era penetrada por detrsás por un muchacho, mientras aquel señor daba golpes en el suelo con un pie y seguía acelerando ese ritmo, yo no podía parar de tocar, la pua de mi mano izquierda se rompió y comencé a rasguear las cuerdas con las uñas, seguíamos tocando a una gran velocidad mientras se me pelaban los dedos, las personas ya no parecían personas unos se mordían a otros otros comian y vomitaban, encima de los que estaban teniendo sexo bestial, unos mordían a otros y se arrancaban la piel, los dedos, los brazos, se estában matando, seguían haciendo eso sin contról en una fiesta macabra, una bacanal hedionda, en ese momento hice un esfuerzo y voltie al piso, vi los pies del señor aquel, eran cascos de caballo, y daba coces contra el piso, yo tiré la guitarra y agarré a mi compadre, pensé qu enos iban a devorar, porque en la cocina tabién estaban en un rito igual, derrepente el gallo cantó con una fuerza ensordecedora que me hizo desmayar, solo recuerdo los ojos de aquel señor encendidos. Cuando abrí los ojos estaba arriba, en un arbol, mi compadre estaba en la otra rama, no teniamos zapatos y los instrumentos estaban colgados también, nos bajamos como pudmos con una cruda terrible, yo tenía los dedos sangrados, y encontré la bolsa de la comida que me habían puesto para llevar, la abrí y tuve que volver el estómago, estába podrida y agusanandose, caminamos al pueblo, nunca dijimos nada ni hablamos de eso mi compadre y yo. Hoy te lo conté porque cuando llegue a la fonda me pareció reconocerlo, es el mismo, de la misma edad, quizas no me creas pero es el que los contrato a ustedes" - luego pagó su mezcal y se fue , se despidió para perderse entre las calles.