Oiga, le escribo porque lo que debo redactar está sobre mis sienes taladrando el sueño, dicho esto y con ese conocimiento lea bajo su propio riesgo.
Dijo ud varias cosas el otro día que me hicieron relinchar las entrañas, vacilante un sueño con imágenes explícitas me agredió la otra noche, intenté dormir pero su color y cuerpo atormentaron mi descanso, como aquella persona que se dice que enfermó de válidos al ver desnuda a la vendedora de ají.
“Un cuerpo tosco” y las imágenes recurrentes de un torso en vibrantes espasmos y torció es apareció como entre la bruma de los calores incesantes de etas noches, escandalosa me separé para percatarme que era el preámbulo a un empellón, un jalón a la cabellera todo para jalarla hacia atrás y beber de su lengua, mamar la lengua más bien y entre el cálido vaho, el cuerpo emanando petricor, me sulfura la confesión: “Ma gusta que me digas puta”. Aún explota el glande a empujones, aún la duerme vela me entrega, ¿Que entrega el hombre ? Se entrega a sí mismo, eso es lo único que tiene y eso es tanto como que la vi encendida bailando conmigo en deseo, ignición espontánea le llaman, apetitosa coalición que en su choque magnánimo ilumine y encienda en llamas la cama, el cuarto, la casa, la ciudad, el mundo entero.