Llegue temprano, a eso de las 7de la mañana, es pueblo donde la tierra se vuleve rojiza, algo rosa, y ahì, sentado al fondo del cuartucho de madera entre todos esos tambos y estanques, barricas, y bidones, se encontraba Don Otilio; mi suegro lo saludò con cordialidad, como quien se conoce de años.
Sentados frente al fogòn mi suegro y Don Otilio comentaban sobre el sabor del Mezcal, la finura la textura y las "perlas". Todos esos meses se fueron, pero me quedó en la mente la historia de como su padre caminó el cerro muchisimos años, cada vez que recorrió los caminos fue buscando entre las racices y lo sarboles, esa mata joven y silvestre, el Tobalá, el agave silvestre para destilar el mezcal que tomabamos en ese entonces.
Tantas aventuras que se encerraron en esos años de caminar veredas, de conocer hierbas y racies, de encontrar el camino del mezcal silvestre, y nosotros aquí sentados nada más.
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