jueves, 19 de marzo de 2015

Bacanal

Como se trate de explicar, yo creo que puedo; sin embargo, toda la especulación que existe alrededor hace difícil la redacción. Se está maldito porque entre los tiempos y las vidas no hay un encuentro total con la luz del júbilo. Las almas a medias, entre este mundo y el otro, no son completamente felices, pero tampoco desdichadas. En fin, no dejan de estar no-muertas: siguen casi vivas, pero no descansan en paz.

La desgracia más grande de nosotros, los malditos, es tener voz y no estar nunca conformes con el mundo de los vivos. Esta fuerza del corazón (que, en general, no es más que una piedra negra y podrida) es increíble: resiste a morir por siglos, y sin embargo no vive del todo. Y —¡oh, desgracia!— un día se enamora.

Podríamos ser felices sin la vanidad absurda del melodrama irónico que vosotros, humanos perniciosos, tenéis por normal. Seres impuros como nosotros no hemos podido encontrar, entre las almas, una que nos conforme. Y, sin embargo, escuchamos la estupidez humana: “puedes tener a la mujer que quieras a tus pies”.
Sí, claro, somos maestros de la seducción lasciva. Pero ¿qué ocurre si la mujer que deseas es precisamente aquella que no te desea? Entonces no es cierto: no puedes tener a la que quieras.

Es por fe que Elías no vio la muerte, pero nuestra fe —en este lado del diagrama— no existe. ¿Cómo, entonces, existir sabiendo que quien te llena de júbilo finalmente… ¡existe!, pero no es para ti? Vivamos lo que se pueda vivir. Bebamos esa pequeñísima porción de vida, esta copa y la siguiente. Vaguemos por camas, bares, labios y lugares oscuros o llenos de humo.

Entre querer y detestar la vida, basta enamorarse y no ser correspondido. Lo del agua al agua: olvidemos esto y aquello. Ya vendrá, si no el consuelo, al menos la muerte física.

Escribir: esa es mi maldición, y la de todos nosotros, criaturas de la noche.
Conoced vuestra raza: mentes brillantes en un mundo mediocre.
Ya vendrá la paz del sepulcro. Hoy sólo es necesaria la inconsciencia para encontrar el olvido.

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