jueves, 21 de abril de 2016

De como se escribe una historia

Bien, estuve imaginando la sonrisa pícara, el cabello al viento y el caminar que embadurna el aire de ese desdén con aroma, esa ud, en un vestido elástico de rayitas transversales. ¿Cómo se le hace una historia donde se le diga de todo y no salga escandalizada?, Quien sabe, solo puedo creer que con mi pequeña experiencia, primero se  pone a la protagonista en este caso ud, bajando por esa escalinata, la baranda grosísima de cantera y al fondo la enramada colgando del muro, quien sabe en que condiciones estaba ya en mi historia pera acababa de cantar, algo que seguramente le gustó porque ha tenido a bien mirarme a los ojos durante todo el concierto. Un brazo suyo hace tirante sobre mi cuello, y luego el punto en el que las luces se encienden de abajo hacia arriba. ¿Tiene la imagen?, porque yo tengo la sensación de una curva en la  mano derecha es su torso, luego caminar por el amplio pasillo que lleva allá a esa habitación, esa luz que entra todavía de la media tarde hace que su abdomen, desprendido de toda tela tenga destellos naranja azul, luce metálico, yo la contemplo desde mi lugar, ese es mi momento feliz, antes de que la vuelva a besar supongo que habrá que cerrar la puerta, atrancarla y pedirle que si grita, sea muy fuerte, porque todo el silencio del lugar se va a concentrar en esas sensacionales ganas de vacío en mi estómago, su cabeza echada hacia atrás con la boca abierta, las manos sobre la cama a los lados de tu cintura, desde mi lugar entre las piernas la imagen en el espejo del techo, mi cabello en tu regazo, casi me asombra la escena repitiéndose en el techo simultáneamente mientras estrujas el cubre cama. Esa complicidad del delirio que provoca ir volando sobre tu piel, casi rozarla con los labios; un escalofrío recorre tu espalda, frente a nosotros el tocador con un espejo con  perímetro en figuras sinuosa, en dorado claro, y la mesa de filos redondeados, vintage le dicen a veces, un sillón y la cortina que corriste dando pasos lentos, ondulando y descalza sobre la alfombra. Nos deja a obscuras la tarde y tu volteas, cierras los ojos fuerte dejando escapar el aliento, el sudor humedece tus sienes, pongo atención en los detalles de tu cintura que se convierte en mi piel, se mueve el mundo, mientras aquella cabecera golpea contra la pared, la sombra se va oscureciendo junto con todo dentro de ese cuarto; la luz ámbar entra tímidamente, solo tu boca arriba, humedecida de pies  cabeza, no encendemos la luz, y no hablo para no romper la imagen, solo encuentro nuevamente en la negra noche la humedad de una boca o de...

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