martes, 22 de mayo de 2012

Muriéndome en Tajín

Alguien me dijo que no justificara mis textos, es decir que, en la introducción no diera muchas explicaciones que más que ponernos en contexto terminan por desencantar el escrito. Es así que de este relato, solo diré que lo oí de primera fuente.
Casarse, resulta una compleja gama de recovecos emotivos, situaciones incomodas pero soportables, malestar corporal, vestimentas apretadas, indiscreciones de los familiares, y al final  el consentimiento de los padres para fornicar con la novia, si eres el novio. En fin todo eso va tomando forma en los primeros meses, se va dando algo una época de, ¿Cómo era?...¡ Ah! si: "el amor bonito" que le llaman, los pleitos pequeños y las ganas de todo con tu pareja... Es una buena época, por a sí decirlo.
En esa situación me encontraba, cuando mi nuevo suegro, un hombre regordete y muy risueño, me invitó con mi nueva esposa,  a su tierra natal, la propuesta era ir de vacaciones a su pueblo, un pueblito pequeño donde se cultiva la naranja y se hacen muebles de madera, muy cerca de Poza rica, en Veracruz; la invitación una oportunidad para conocer mas a los papás de la novia, y entablar buenas relaciones con la mamá de ella, que dicho sea de paso igual de tierna que Godzilla.
Y ahi va el pequeño amigo platicando de todo mientras compartía la manejada con el recién obtenido suegro, y llegando al entronque de casitas todo iba de maravilla, la platica, la mujer, la suegra, el viento en la cara, la carretera el clima, el auto, todo era perfecto.
El viento salado de la orilla del golfo me dio en la cara de lleno, ese aire vaporoso, salado, tropical y tremebundo, me embriago, y al entrar al restaurant, pedí el clásico de clásicos coctel de camarón, y de ahí más plática, más embriaguez, susurrantes  suspiros con mi nueva esposa, y la sobre mesa mas animada que recuerdo de esa fallida relación.
Vamos llegando al pueblo de mi suegro, los mogotes de la entrada y el cristo redentor del cerro, imitando al corcovado, todo muy pintoresco, y parecido a... Veracruz, al final la casa, y entonces al saludar al abuelito, el primer retortijón. los sonidos y los estertores de la muerte lenta, "la rata me pateaba la puerta" que le llaman,  y ahí voy justamente a ... ¿Cómo decirlo? ah sí , "columpiar el tamarindo" justamente, y así pasé un de las noches más incómodas de mi vida, sin aliento y tratando de no hacer ruido, por que, estaba en casa del suegro y no puedes ponerte en una situación ridícula o incómoda en casa de tu suegro y menos con una suegra istmeña  burlona como esa, que pasa de la broma pícara, a la humillación  inhumana en un par de palabras.
Y salimos temprano a ver el sol de Tajín, yo más repuesto me levante con unas ojeras críticas y entre el calor de la primavera y los tamborines y el flautín entro al pasillo central, entre las vendedoras de vainilla y la gente que transitaba por ahí, pagamso la entrada, con credencial del SNTE de mis nuevos suegros, y las bromas y reproches de lo sucedido en 2006 no se hicieron esperar, pero el caso omiso y la risa nerviosa y terca del bobo que tenía por suegro apagaron cualquier rencilla, "viejo pendejo" dijo un hombre y le dio un trago a su refresco.
El sol, la deshidratación, como dijera un gran sabio :"ya llegaron los calores y con ello las diarreas", tuve que lidiar con la intoxicación por mariscos y los comentarios de una suegra idiota, primero la quería pero en ese momento si hubiese podido moverme le arrancaba la peluca, mientras solo podía ver de reojo a la gente y aguantarme las ganas de retorcerme.
Y bajo el medio día me tiré a ver mi muerte al la do de los nichos en la pirámide, todo cuanto conocía daba vueltas y las arcadas incontrolables... luego del desmayo, me levanto en frente a la doctora, "Hija tráigale una peña pura le pones limón y sal y que se la tome por que tu marido se te va" y ahí va la casquivana aquella perdiéndose entre la gente y se pone a ver unos colguijes de un aparador, y el enfermero le grita "señora córrale", mientras me habla y me apunta la luz a la pupilas. 
Luego llega la tipa con el agua mineral, y frente a mis ojos, destapa la lata, le pone limón con mucho cuidado, le pone sal, y le da un trago al líquido y exclama "está muy bueno te va a hacer mucho bien", y me ve mientras saborea la bebida, y yo me muero de sed. "Es para él señora, déselo", le dice la doctora casí poniéndole un sopapo a la mala mujer aquella, que sonríe y por fin me da la lata, que me bebo ingrávido.
Ya de regreso por la tarde las risas mediocres de la mamá y la hija me ponen fúrico, pero ¿Qué puedo hacer?,  solo recuperarme de mi deshidratación y recuperar mi orgullo pisoteado el día que casi me muero en Tajín 

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