miércoles, 6 de febrero de 2013

Anodina

Hablo contigo y pareces tan despreciable, normalmente yo creo en la gente, y creí en vos, como un inocente, en realidad como idiota. Y al fin te puse lejos para no amarte más. Es interesante que todos ustedes desciendan conmigo al abismo, con frenesí, con curiosidad, con incredulidad, como sea, con cualquier actitud... pero todos hacen lo mismo: observan lo que no conocen, se sorprenden, entretienen la vista y huyen despavoridos;  así que querida amada, lárgate  a bailar tú vals a una fiesta perfecta, a mingir tu breve intelecto  o a fingir tu vida, da igual, solo serás inmortal porque alguien te incluya en sus textos y yo ya te borre de mi memoria.
"ver pero no tocar", volviéndote peligrosamente insípida, tal vez así concilias el sueño; que dolor, me rompiste el corazón en cada paso cadencioso. Maldita sea,  contrariado por alguien así. Vulnerable, entregué el alma, y... patrañas...Puedo confesar a mi favor que  no esperaba caer en esto a mi edad, tantas experiencias y la más insustancial  de las mosquitas muertas me desarma en tres chasquidos, es risibe.
Y me pregunto ¿Por qué es tan difícil?, ¿Por qué a medida que pasa el tiempo es mas doloroso entregarse como aquella vez primera?, ¿Por qué?, de verdad no tenemos salvación, desde mi refugio me defendí del amor,  y ahora... después de pasar tantos trabajos para creer, la más insignificante de todas las personas me saca el corazón y se lo come a mordidas frente a mi... otra vez... No verla no oírla,  no leerla, no estar ahí, me condena a muerte, y estar ahí es seguir sufriendo con una farsante tan linda... Hoy, mientras pasa mi dolor, deseo que mueran todos esos animales en peligro de extinción, las plantas, cada uno de los sonrientes estúpidos que vagan como zombies a su trabajo contentos de ser la porquería de esta ciudad, que se acabe cada sonrisa, cada pétalo de las flores, cada sonido claro y nítido que se apague, que se mueran las miradas frágiles, la ternura y la calidez, que se muera su novio, que muera la señora que me sonríe al dar la vuelta cada mañana, el pasto que se queme, que el cielo se ponga gris, que todos los colores se opáquen, que cada dulce se le haga amargo en la boca a quién lo coma... Pero sobre todo que el odio de esta bestia, mi furia desatada le destemple los oídos, que cada mentira y cada risa de doble ánimo reída a costillas de esta Bestia  se le cobre, y que mi maldición la persiga por los siglos, por mi dolor, por haberle roto el corazón a la bestia,   

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