La violencia con la que desploma tu cuerpo junto al mío, cada labio de frente, toda tu entrega, esa manera en la que andamos entre el silencio, de brazos extendidos, de dientes en los hombros, de dibujos en la espalda y las piernas, las ingles y el tórax, el alma que te llevaste me sigue a todos lados, me despelleja desde tu lugar, desde la cama donde te sientas a observarme; lo que pasó en nuestro mundo divide mi vida en dos: antes de ti, después de vos, necesito de ti porque ahí respiro, porque verte después de solo desearte, de rogarte, de imaginarte desde niño, desde que solo eras un bosquejo, el juego de enamorarse y fingir que existías en la memoria colectiva, la conciencia que me hizo adivinarte cuando no te conocía o tal vez eras parte de otra vida, donde fue más fácil ser; pienso en pararme justo en frente y decir : "préstame el alma un minuto"... un segundito, que la necesito, de necesidad, para desearte, para volver al infinito mental en el que quedamos solos en las madrugadas, porque eres alguien que no conozco más, pero a la vez conozco recién, nuevos tu, yo, te he visto entre la bruma... yo acabándome tu ombligo y tu sentada en mi regazo, necesitarte porque me haces estar tan vivo, porque después de tanto tiempo sigo viendo lo mismo en tu cara, cerrar los ojos, desear que existas, volver atrás muy lejos, viajando hasta ahí donde tu beso último, la final bofetada, tu tiempo, el siglo que me separa en distancia; hasta que vuelva a verte sigo en la cuenta de minutos, segundos, fracciones de días, partes de días, la vida entera si es posible, para necesitarte...
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