Entré a la habitación y el olor a pintura húmeda me recibió cordialmente, buscando, por entre el papel periódico chorreado, la cinta adhesiva en el piso, unos botes, brochas, los rodillos...ahí te encontré, sentadita con un bote plástico que chorreaba sobre tu overol de mezclilla, "mezclo estos colores para la orilla del ropero" me dijiste. En esa habitación entraba la luz del día sin preguntar, pero era aún más brillante la luz que veía en tus ojos negros y enormes, hacían que me sintiera muy pequeño, muy endeble, aún así decidí no quedarme lejos y te abracé, me encanta mi reflejo en tus ojos, bajo tus párpados salpicados de pintura, la pequitas hermosas de tu cara...pintabas, pintamos, toda esa tarde, parando para besarte, y para tomar agua de limón, entre comentarios del trabajo y mis dedos casi coloreados. Sabes que odio mancharme las manos de pintura, sin embargo, tengo grabada en la mente toda esa tarde, tú, subiendo en la escalera haciendo el cielo para después poner la cenefa y las nubes que escogimos; no se me ocurre otra cosa, más que ser feliz en ese momento, detenerlo en el tiempo, el momento en que esperabas junto conmigo... y todo fluyé cuando estoy contigo, se vuelve tan lindo, en cada pintura perfecta, la textura grumosa, la calidéz de tus manos, la forma dulce en que te fuiste quitando la toalla y poniendo la pijama, iluminada por la lámpara del buró después de haber salido del baño, después de toda esa tarde, después de que el medio día, dio paso a la noche, que nos regaló estrellas, de todas, tú la más brillante... solo sucedió en mi mente, todo ese destino hermoso pero negado, la visión del día, el deseo de mi historia, el amor de mi vida... solo sucedió en mi mente...
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