Iría por ti, te traería a casa, te pasaría de
la mano por el pasillo a obscuras y ya en el cuarto buscaría tu boca fresca con mi
beso, mientras te levanto el suéter y los brazos para quitártelo, en el orden que sea. Levantaría tu cuerpo en
abrazo, en quitarnos la ropa, en pegarte todo de plano y jugar a quitarnos lo frio del cuerpo, otra vez a
encontrar tu beso, tus pechos, a jugar a recorrer tu espalda, desde los hombros disfrutar la delicia de
abrazarte en las sombra y recostarte semidesnuda en mi cama, para reconocerte
con la lengua, hincarte, empujarte, ponerte en cuatro, ronronear un rato, mojarme contigo. Volver
abajo, perseguirte entre las sabanas, el dilema: desnudarme bien o entrar
profundo. Y desesperar, oler tu cuello, tu rostro, tu pelo, sentir tu boca en el
cuerpo, acostarme cerca de la orilla y presenciar la escena; seguir entrando, voltear boca arriba, sentarte sobre mí, aventar las
sábanas, sudar un poco, darme cuenta que lo hacemos, que está, rico que está
fuerte, que está pasando, siempre así lo declaro: “está pasando y me está gustando”;
Oír que pides que siga, seguir bien fuerte y cambiar de lado voltear los roles
subir tus piernas, darle con fuerza, seguir gozando, seguir sudando, tirar todo
lo que hay en el buró, de un patadón y al mismo tiempo con el brazo (imagina como estamos acomodados), sentir que terminamos, seguir gozando, detener el
orgasmo, seguir gozando, golpear más fuerte, pellizcar algo... seguir gozando
... haber terminado, y estar acostados...
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