Una noche muy lluviosa, en ese barrio de Jalatlaco, una figura sombría golpeaba la puerta del dispensario de la iglesia de Guadalupe, eran las 2:00 am. Chorros de agua caían a los lados del techo y por el tejado, sólo una lámpara de aceite alumbraba al lúgubre peregrino que envuelto en un jorongo, y con un sombrero se cubría del agua que caía a cántaros por entré los tejados. Al fin Los golpes despertaron al párroco, que medio dormido destrabó el picaporte y atendió al hombre, que habló a gritos para rebasar el sonido de la tormenta. Una persona agonizaba y pedía que el presbítero hiciera la santa unción y le diera los santos óleos al moribundo. Rápidamente el padre se vistió y salió tras de la sombra de la persona de la cual, por cierto nunca pudo ver el rostro, ya que el ala del sombrero y la luz de la lámpara impedían la visión clara.
Salió pues el párroco, pero por más rápido que caminara, no podía alcanzar a su guía, llegaron al puente que atravesaba el río, sin embargo encontraron que la corriente había derrumbado el pequeño puente, no era posible pasar por el.
Aquella noche el río Jalatlaco derrumbó el puente y el párroco quiso ir por otro camino , sin embargo el frío acompañante se lo impidió, alegando que la no alcanzaría al pobre moribundo. Así que entre la corriente ambos atravesaron el río, al llegar a la casa, el acompañante del párroco solamente señaló una pequeña puerta la cual el padre cruzó sin tocar.
Adentro varias mujeres rezaban y gimoteaban, a pesar de los esfuerzos que hizo el padre llegó tarde, el pobre fiel había fallecido; entró y preparó sus cosas, debía rezar por el pobre difunto para que su alma llegara a la gloria, cuando de momento vio aterrorizado la imagen... Acercó una luz para ver bien y entonces se dio cuenta... Al mirar al rededor estaba velando al difunto, todas las personas lloraban al padre de la iglesia de Guadalupe que se había ahogado tratando de darle los santos óleos a un cristiano. El alma en pena del padre maldijo ese día el río de Jalatlaco donde sin saberlo se ahogó. Desde ese día ese río se secó, hoy en su lugar corre la avenida de la República
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