Estuve parado hace un momento bajo las bellas sombras de muchas jacarandas, un viento hermoso me soslayaba, y lo único que tenía en ese hermoso instante era un dolor entre a pleura y el primer hueso del esternón. Es ese dolor que se asocia a la desilusión, el dolor del amor no correspondido, de las pérdidas, de la congoja. No he sido mal tipo, pero parece ser que ese es el problema, siendo buen tipo y haciendo las cosas honestamente lo único que recibes es una palmada en la espalda y una puñalada en el costado, no merezco en realidad lo que pasó pero estuve pensando ¿Qué es lo que tememos cuando nos enamoramos? ¿Por qué es tan terrible verse o saberse enamorado? y en toda mi reflexión no pude encontrar algo a lo que le temiera del amor en sí. En realidad no es el amor al que se le teme, sino esa sensación infame que viene cuando cerramos los ojos y los apretamos fuerte y besamos a ese a alguien, con tanto amor y con tanto cariño, para descubrir una mentira, le tememos a esa vergüenza que viene después de saber que cerraste los ojos y que te dejaste a la ilusión y que una vez más se esfumó que no sabes que parte es verdad y que parte es mentira, porque por lo bajo entre el árbol y la pared ella te vio y no lo besó. Lo ridículo del amor viene cuando con todo tu cariño y las ilusiones bien puestas dejas a alguien en la estación por que te dijo que va a ver a su familia y descubres que fue a pasar el fin de semana con un tipo. Lo ridículo que se siente o lo apenado que es sentir que dijiste, escuchaste, pensaste, imaginaste y que esa persona prefiere de buenas a primeras irse a algo mucho menos trascendente como es: lo que sea menos tú. Es esa impotencia a la que se huye, después de mirar por la ventana, preparar cada detalle, canturrear por la casa y ver como el reloj, burlón se mueve una hora después de la cita y esa persona no aparece. A mi no me gusta perder nunca, y me volví una bestia por que todas esas desilusiones me fueron apagando el corazón. Todo ese sentimiento, esa capacidad de creer en lo infinito, esas ganas de soñar se fueron, se fundieron, hierven con la sangre y se hicieron una masa informe quemada y crocante, después de ver a esa persona besando a alguien distinto a mi. No, no e tememos al amor, le tememos a la vergüenza de creer en alguien mas, le tememos a pensar que somos únicos en una relación que no te toma en serio nunca. Le tememos al ridículo de quedarte callado mientras tu chica te ignora por que los amigos del que si le importa están a la mesa y tu eres un tipo con saco sentado ahí lejos. Le tememos a que nos apenen en publico, le tememos a ser la burla de alguien que no sabe que significa mucho para nosotros.
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