Me molesta tanto la palabra inconmensurable,
sobre todo porque, al parecer, decirla se ha vuelto un hito en los discursos amorosos.
Surge cuando ya no hay descripción posible para algo que no se puede medir.
Sin embargo, esa palabrita no se explica a sí misma.
Pongamos el caso de incontenible:
algo será incontenible cuando no puede contenerse.
Pero inconmensurable… será cuando no pueda conmensurarse,
y suena mal.
Porque entonces dices que algo no puede contarse,
y eso sería incontable.
Habiendo tantos adjetivos hermosos para hablar de amor,
para describir la demencia dulce que me toma
cuando me deslizo bajo la curva sinuosa de tus pantorrillas,
hasta el talón,
hasta las plantas de tus pies…
Podría decir cómo me infarta tu delicada manera
de entreabrir una sonrisa
cuando descubres que te acorralo,
y cómo, gato indefenso, me manoteas
para acabar riendo los aromas de mi cuerpo en ti.
Inconmensurable no debiera existir.
Es mejor contar lo que se puede detallar.
Soy más partidario de entender tu piel con mis rezos,
con bendiciones en tus sienes,
con la cálida temperatura rosa almendrada
de toda tu piel en mis labios.
¿Qué no daría yo por no encerrar,
en una palabra tan vulgar,
la expresión de esa lluvia encendida?
Suspiramos sin entender que eso —eso que sentimos—
no se puede medir.
Porque en mi demencia aún te entiendo:
entiendo la mordida en los labios,
la boca entreabierta,
y cómo pides que diga lo que piensas,
eso que, según tú, va a ser inconmensurable.
La muerte no se puede contar,
pero estamos vivos.
Y mientras tanto, sigo pidiéndole al cielo
que no me lleve aún,
pues hay viento, hay nubes, hay campos.
Eres la aventura más grande que he tenido.
Nunca te acabes, no te pierdas.
O mejor aún —
cada vez que te sientas lejos,
regresa a mí con esa sonrisa,
con hambre de amar,
con las ganas que siempre, siempre, siempre quise,
y que quieres,
y que queremos.
Este amor… inconmensurable,
si algo así puede llamarse:
a tanto tiempo, tanto sexo, tanta espera, tanta felicidad,
tantos besos, tantos recuerdos,
tantas manos en la espalda,
tantas oraciones al universo.
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