Se acerca sonriendo, Patitas de Tamal, con más de media comisura que deja asomar los dientes, y tal vez las intenciones, sonríe de manera coqueta, esos hábitos no se olvidan, es más hay habitos que se obligan, yo por ejemplo, me obligo a escribir a veces, por que el poeta se cansó de escribir, parece que ya no quiere seguir viviendo a medias,dentro de esta maldición que es la escritura; entonces, deja que yo lo invada, y me posesione de sus letras y diga que son suyas, esas son las costumbres obligadas que el poeta y yo tenemos. Patitas de Tamal, prefiere el café, no lo sé pero lo supongo, aquel día le pidió uno al poeta, pero yo vi algo en la calle, algunos torsos y pensé que el poeta debía escribirlos por mi, por eso no fuimos con el café prometido a verla, aunque no sabemos que tipo de café prefiere, quizás nuestra diligente amiga, solamente estaba pidiendo atención, pero yo por experiencia sé que el poeta no sabe como animar a la gente, eso me lo deja a mí que puedo leer entre lineas las voces de los corazones rotos. El poeta busca una voz amiga, y Patitas de Tamal es linda como tomar el café con la abuela, con los pedacitos de canela y el tazón de barro, después decir: ¿me das la mano?, hace frío...Pero el poeta, está maldito y no sabe no entiende como hacer, y nuestra amiga necesita que la conforten, ¿que dice uno para lograrlo?, rescatar es rescatarse, me dice el poeta, tal vez una sonrisa, tal vez escuchar, tal vez café por la tarde, tal vez mil cuentos, entonces voy a pelear con el poeta, para que vuelva a ser humano, para que cumpla y le lleve un café a su amiga.
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