viernes, 30 de enero de 2015

Justificaciones de una entrega redundante y ensayo sobre las imágenes mentales.

Como no he sido asertivo, se ha perjudicado mi entrega; he vivido tan lejos de eso que intenté ser, tanto dolor solo pudo ser esa unión entre las vidas de la que siempre hablé y la que quise tener, tranquila y sin apuro; sin embargo mis oscuridades al tiempo que relamían la luz,  iban haciéndose más costosas, más aventureras, más de mi. Y es el pálido amanecer, la playa en negación a la que vuelvo, porque  tuve algo para decirte pero no fue lo que querías oír, te puse confesiones en mis canciones a fin de entrar por los oídos a tu mente, con sonidos de colores tenues que hicieran mejor tu mañana, con supuestos engaños, con el mundo a tu favor, ese que debí conocer sólo a través tuyo. Pienso, recuerdo de memoria y es hace 5 años, antes de que vivieras tan lejos; mi voz te sigue de todas formas, voy a ese lugar vuelvo al minuto exacto en el que entre la mañana eras mi norte,  mi sur, mi este y mi oeste, aún no puedo hablar; no sabes la verdad.
Despierto en el frío congelante de la helada soledad, no puedo irme, me encuentro sentado en este salón empotrado a la silla, es tan embarazoso porque es ese momento, el que se fue y jamás volvió, el que me mantiene atado a cada dibujo, a cada brillo a la caminata que no confieso, las tardes grisáceas, la música tranquila, las voces miradas indiscretas, a buscar ese lugar, ese momento, esos ojos, la risa, los besos, la piel, el cabellos, uñas, dedos, pies, ombligo, vida.

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