Dame la fuerza, para volver a entrar en tus ojos de gata y mujer, no te das cuenta que soy aquel que te mira y muere por ti; Cecilia viene a mi dentro de una toalla, entre el vapor de agua y mi sonrisa excitada, apaga la luz y los cuerpos desnudos,me obliga a bailar en tus muslos toda la noche de un puerto . Y recuerdo el momento en la playa, me repito, me siento a pensar en el momento en que Cecilia viene a mi dentro de una toalla blanca, el cuerpo desnudo, elegante, y el cabello húmedo entre el vapor de agua; Cecília tenía pies perfectos, después de seis meses, ya solo pienso en la playa, y en poderla ver, a los ojos, en hacer todo para hacerla volver... pero eso no pasa... los humanos tenemos poderes tan limitados, después de seis años quizás solo recuerde la cara, y no tenga que cambiarle de nombre. Con grande pena me entero de que mi corazón se murió con Cecília, y sus manos blancas, los pies que mas he amado, los ojos grandes, profundos y perfectos, reflejarse en ellos y el cielo en Puebla, la música, bañarme con ella; la vida que compartí pero despreció, las cosas que se fueron lejos, lejos, he renacido, del odio, pero no la odio a ella, por irse: yo no pude odiarla, aunque ella hizo todo por destruirme los últimos días de vida. Más cuanto yo luché por detenerla, su pequeña vida se me escurrió entre las manos, se fue entre mis dedos, entre mis cartas entre mis heridas que sanaron con el tiempo. Siguen aquí las cicatrices, y todas las tardes cuando el cielo se hace gris, pienso en poder volar lejos, y poder ir al lugar al que fue...Dame la fuerza, vuelve a intentar, quien sabe, quizás la vida me de la chance, quizás ahora que soy fuerte y que todo ha pasado... no sé quizás...no puedo regresar el tiempo, quizás despierto y tú no has muerto, si todo esto fuera un sueño. Tu silencio es mío tambien.
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