Mi oficio es acariciar, pero nunca tocar, es casi vivir, pero seguir durmiendo, es estar casi muerto pero muy vivo. Y mi oficio, que no tiene nada de antiguo, pero mucho de insulso. Presiento, que a la gente que me lee, les hace gracia, e imaginan quién o qué hace estragos en la vida de ese señor que está tras las letras, y que renglón a renglón, de vez en cuando, humedece algunos labios, y habla de cosas que conocemos, o que les son comunes a todos, como el grano de arena en el ojo, como el olor a flores muertas, como las paredes mohosas y húmedas, en fin... así, común a todos.
Pero desde hace tiempo que mis letras entran, o empiezan en lo común y se disparan por otros lugares, los lugares que no le son comunes a nadie mas que a mi; tal vez ustedes, los lectores, han podido referir esos lugares en algún ensayo de su vida, aunque solamente son mis recuerdos los que menciono pero no comparto del todo.
Mi oficio, es acariciar las palmas de tus pies, observar como la luz azulada de mi tubo resbala los filos de tus piernas dobladas sobre mi regazo, mi oficio es saber lo que nadie sabe de ti, y poder tocar tu cuello mientras me deshago de tu blusa; mi oficio es mover las cadenas que cuelgan entre tus senos y darte de mordiscos para ver gestos, mi oficio es tenerte, esperarte, es correr por la calle por que estas tendida en mi cama, mi oficio es querer que no te vayas después de sudar toda mi alma hacia abajo y dentro de ti...Mi oficio, tu lo sabes, yo lo sé, mi oficio es saber las medidas exactas, es pagarte con cuentos para que me desees, es sentirte aferrada a mi espalda y gritar que ya no puedo un minuto más; mi oficio me endereza, me hace mojar la frente y enfriar tu barriguita, mientras tiendo los labios sobre los filos de tu cintura, es prenderme a la luna trepando por tu espalda, mi oficio es pagar, es amar hasta el final aunque tú no me ames nunca, mi oficio es soñar...contigo.
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