Eso fue cuando era niño, recuerdo bien la vez que entré a esa habitación, era una pieza larga alfombrada, de lado izquierdo la cama, cubierta por un pesado material aterciopelado color ocre, con un bordado en vivos color vino, verde y de fondo blanco, un jardín o algo así, y recuerdo también los bordes coronados con felpones sedosos...luego al interior un tocador con bordes redondeados, que se retorcían haciéndole filigrana a un espejo que la humedad había empañado, esa des afinación del brillo que se manifiesta en marcas de humedad detrás del espejo y que hace perder las imágenes, así estaba la habitación, mas a la izquierda una enorme pared con papel tapiz de figurín, y las puertas de un enorme ropero, fue la primera vez que vi ahí la figura de la abuela, que se arreglaba las pestañas, su piel más que piel parecía una tela acartonada, craqueada envejecida por el polvo, con dobleces marcados por todo el cuello, las mejillas y las lineas de expresión, salvo el color rosa pálido y los rubores turquesa, ese era un espectáculo aterrador para un niño que ve por primera vez a su abuela, recuerdo el olor a anilina, el hálito metálico y putrefacto que me intimidaban mas que toda aquella habitación semi obscura. me senté abrazándome las rodillas junto a ella, iba a estar un rato mientras llegaba mi madre por mi, la mujer carraspeó un poco al tiempo que decía:
" y ¿tú?¿ya comiste?"; contesté con un tímido apenas audible pujido, a lo que ella contestó con aparente enfado, más subido de tono de lo que merecía "Nadie te enseñó a hablar ¡¿eh?!", mientras yo me forzaba a decir que si, luego comencé a buscar que hacer y a observar todo aquel lugar, al fondo una sábana cubría pro completo un armatoste, levanté la sábana y era un espejo, uno de cuerpo entero, sobre una base de metal, miré las formas en los lados, el arreglo y repujado que lo hacían una pieza interesante, mi imagen firme sobre esa pieza cristalina, "que lindo espejo" pensé y me preguntaba por que la abuela lo tenía tapado y utilizaba aquel otro tan viejo... luego sin darme cuenta la abuela apareció tras de mi, sólo para provocarme un sobre salto, tomó la sábana y tapó el espejo, como si las memorias de otros tiempos se quedaran ahí debajo. "Nunca mires los espejos por las noches, menos si estás a obscuras, y jamás mires este espejo, aún si el deseo es inmenso, por eso siempre debe estar cubierto". algo en sus palabras me estremeció, y esa frase siempre la tuve en la mente, luego fui creciendo y ella envejeciendo más y más; era extraño que nos hiciera que tapáramos los espejos por las noches, sobre todo e que estaba en su cuarto. Un poco más grande de edad, le pregunté a mi madre, ¿por que no teníamos espejos en los cuartos de nuestra casa?, ella contestó que no era costumbre, solo había un espejo en el el recibidor para vernos completos antes de salir por las mañanas, y la pregunta que siguió a eso fue algo que me rondaba en la cabeza, si a la abuela no le gustaba ese espejo, porque lo tenía en su cuarto; mi madre me miró fijamente y luego dijo "hay cosas extrañas en la vida, ella le teme a ese espejo, es su creencia, sin embargo quiere tenerlo cerca, alguna superstición, tu abuela es muy vieja". Luego de eso los años me hicieron olvidar esa extrañeza, ese sentimiento grávido, se perdió entre la infancia y el inicio de la pubertad.
Yo tendría unos 11 años, la abuela ya no se me hacía un adefesio, sino que mas bien entendía que los años le hacían interesante de algún modo raro, y que todos esos tesoros que poseía de otras épocas, eran excitantes, y terroríficos. recuerdo bien una noche que la curiosa sensualidad me hacía querer mirar aquel espejo, desperté, salí de la habitación y el mundo del patio estaba detenido bajo la luz fría del farol, todo ahí estaba detenido, solo el viento me golpeaba suavemente, llegué a la puerta de la habitación contigua a la de la abuela, deslicé el picaporte alzándolo un poco para no hacerlo sonar violentamente, y entré con cuidado descalzo sobre esa alfombra, la abuela dormida inmóvil, el olor a flores marchitas y agua estancada me increparon de pronto; mas al centro ese espejo, "no lo mires por la noche" regresó la voz, y bajé la sábana sin pensarlo, mi silueta obscura se hizo presente en la habitación que yo miraba al otro lado, era perturbador, la luz entrando por la ventana en el tope de la pared, y los dibujos del tapiz en esa imagen del espejo, no veía mi cara solo la mancha negra frente a mi, una sombra negruzca con remates en azul, no era yo, ¿era alguien más en ese mundo del espejo?, esa idea me producía un miedo interesante y perturbador, luego un movimiento de la imagen, ¿la hice yo? ¿yo me moví?; mientras la silueta al frente cambiaba de posición sus ojos ahora eran mas claros, si había alguien más y no era yo, y ahí la mirada penetrante y la sonrisa maliciosa, me hizo retirarme del espejo, mientras la imagen permanecía fija viéndome a los ojos con la misma sonrisa malvada, una silueta apareció tras de mi, gritando horriblemente, increpando al espectro, "¡no será tuyo!, ¡no te lo vas a llevar!" y tapó el espejo en un movimiento, era la abuela, que me encajó sus uñas frías en el antebrazo, y me fijó los ojos mientras me decía apretando los dientes "nunca mires este espejo por la noche", luego tomó un trago de alcohol y me lo escupió en el cuerpo, me puso con los brazos abiertos y repitió la operación, no se si el asco o el susto sobre el espanto me hicieron reaccionar.
Los días transcurrieron y mi sobresalto fue bajando, el espejo desapareció del cuarto de la abuela, que enfermó, ya solo estaba acostada y no se levantaba, yo solo le dejaba la comida pero no hablaba de lo que había pasado, y nadie más lo sabía o por lo menos no me lo decían, un abril, apenas iniciando la semana me llamó, trató de decir algo, pero entregó el espíritu y murió.
Años después entré nuevamente a esa habitación, porque estaban pensando en remodelar la fachada de la casa, todo estaba como lo dejó ella, excepto por el espejo, que nunca he vuelto a ver. Tomé sus cosas, los alajeritos de hojalata, las pinturas gastadas, los pinceles, los jabones de olor envueltos en papel, y en los cajones, cartas, libros, y trebejos, mariposas de unos aretes, perlitas sueltas, y un sobre, un sobre con mi nombre, me confundió encontrarlo, pero lo abrí, tenia mi nombre con la letra de la abuela, garigoleada y hermosa, dentro del sobre, un libro.
Dentro del libro se encontraba una nota dirigida a mi, he querido publicar lo que leí en ese libro, ya que después de leerlo entré en un periodo de búsqueda desenfrenada, a causa de ese espejo, esos años me llevaron a extrañas situaciones, en las que se desató una lucha entre el bien y el mal, misma que relataré sin duda, si es que la vida me lo permite, todo esto es con el fin de que si alguno de ustedes lectores en su camino encuentra ese espejo, puedan enfrentarlo destruir el poder maligno que esconde ese espejo.
La nota al principio era un detalle póstumo de mi abuela que nunca me fue entregado, o tal vez no me llegó hasta ese momento en mi vida "Hijo mío, se que lo que sucedió con el espejo te ha generado muchas preguntas, no he podido contestarlas por que el que ignoraras las respuestas era más seguro; dentro del espejo está encerrado un poder obscuro y maligno, mas allá de nuestro entendimiento, y en la lucha contra ese poder, he perdido la vida, lo que se relata en este libro, responderán tus dudas acerca del espejo, que fue entregado a mi abuelo en 1850, desde entonces lo hemos vigilado, sin embargo he perdido la lucha, así que te pido que no intentes buscar el disco, ya que tendría consecuencias fatales para ti y los que estén cerca, conserva este libro por el valor histórico. Con amor NATIVIDAD GONÇALVEZ VIUDA DE ROMERO".
Las historias que siguen son parte de la historia del espejo que todo lo ve.
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