lunes, 10 de noviembre de 2014

Llamada telefónica

Y ¿que tal si te llamo y te cuento algo que rete a tu imaginación?, solamente sostienes el teléfono y empiezo a hablar mucho, a  jugar con mis palabras, a decirte que soy el viento que se inspira en los revuelos de tu cabello en chongo cayendo lentamente; soy la inspiración seguida de viento semi frío colándome por tu cuello, con ganas de morder, soy el aliento indeciso que se cuelga del cierre bajo tu brazo y se mueve lento hacia abajo, haciendo un ruido de zipper, mientras se deshace el cerrojo, soy esa mente omnipresente, soy la voz al teléfono que sedosa, recorre tu oído y va bajando, sólo haciéndote pensar en aire denso, lento, llega hasta el nacimiento de tus senos, yo lo sé, yo veo como cae completo ese vestido halter negro, voy moviéndome sobre la piel, susurrando, insinuando, explorando sobre tu ombligo, dando vueltas, los pies, las manos, cada yema de tus dedos, luego hago espacio alejándome unos minutos, la mordida que no acaba de hacerse sobre la nuca, sientes los dientes, la figura respirando, que no muerde, sólo amenaza, así se va volando al ras de cada vello, sobre la espalda y da vueltas encontrando, apenas y tocado, hace mover las escamas de tu piel, que excitan filamentos, moléculas, escalofríos distantes, seguidos de pulsaciones, directo al abdómen que hace vacío, se llena toda la columna de fibrilaciones  directas salta el pubis, y la piel, antes limpia, seca, aromatizada después del baño, se llena de vaho, sudor errante que chorrea; mi boca hace un alto en tu sexo, se mueve húmeda sobre las ingles, y serpentea en los muslos, mientras todo el demás cuerpo se retuerce junto a lo que soy; las palmas de las manos tocan la espalda rasgan el silencio, suben por las pantorrillas, exploran la piernas; esa energía eterna que desplaza la obscuridad con gemidos de mi piel en tu piel, serenamente cortan la noche, es un ojo puesto en otro, es un labio viajando hacia adentro, volando, mordiendo un pezón, viajando contento, libre, expuesto, todo el ambiente huele a especias, a humo, a sol, a sal, a verdades semi ocultas, a frutas sobre el pecho, a crema dulce, chuparla del cuerpo,  todo el ambiente, la habitación, la ventana, las cortinas, todo huele a que vuelves del viaje, dándote cuenta que te lo hice por teléfono.

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