Sería el perfecto saludo, la forma exacta en la que quiero oír mi nombre, la partitura desde la que interpreto tu carne, o el verdadero idioma en el que te digo toda mi poesía, la que se ha guardado sin dolor; sin ofensas, con gusto de mi seducción, así con temblores a la luz azul del amanecer, ese es el sonido que quiero enterar de ti. La playa se hace nueva; de un perenne negro azul al celeste mas brillante, ha vuelto en si reinventando todo, como yo que reinvento mis insinuaciones cada día, has de valer la pena que vuelvo cada cierto tiempo; con un gemido, así necesito que me encuentres en la obscuridad, que me llames, que así digas mi nombre; no has dormido de verdad, porque así se escuchará cuando repitas toda mi historia, mi feroz desgracia, el empedrado que no hemos caminado, ese puente pequeño que de niño socorría mis soledades, y al que nunca, voy a dejar que el frío de la madrugada nos haga cabecear.
A la luz de una vela, las pinceladas sugieren dos cuerpos, eres tu disfrazada de mis manos, te tendré a media luz, entre viendo lo que sucede o lo que siento, tu ombligo será obscuro, jurarás pertenecerle a mi sed, solo existen huesos, un saco de huesos, piel, músculo, en plena estampida, dos cuerpos que se hablan así, se deben comunicar sobre la alfombra, sobre la orilla de los sillones, sobre ropa que se arrancan, con palabras que se cubren con las cortinas, dos cuerpos que necesitan tocarse, que corren a impactarse y amasar hálitos, bordes de sobre el espejo; la vida es cruel solo pido: ven a ver las imágenes que te guardo cada día, diré a mi mente que no es cierto, pero tu dile a mi piel si no es verdad que es completamente tuya, o que tus ojos iluminan que hacen cantar el agua, las flores. No hay sol mas brillante que los días en los que contestas que quizás, por eso creo que me sigue hinchando el deseo, el de que te dejes llevar; como ser yo lo único que te sostenga, como lo único que exista.
En todas mis poesías te deseo igual o más, te incito, te sugiero, y me doy al trabajo de continuar pensando porque no dices que no, escucho el batir de mis alas por la alegría, mas allá de esas colinas que no he alcanzado, allá también te cubriré con mis alas, te enseñaré a rugir conmigo, aprenderemos que las risas son distintas cada segundo, que esos ojos en los que me pierden tienen toda la vida que les dejes beber, harás dibujos en mi espalda y yo temeré no entender tus intenciones, porque la tarde será, si quieres el lapso de espera, el cúmulo de la bruma, un gesto, un sonido, quiero oír todos tus gemidos. No sé pero hoy se que quizás, se más valiente quiero sobrevivir a mañana.
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