miércoles, 29 de julio de 2015

A deshoras me vi (Monólogo)

(Pausa. Luz tenue. Respira hondo.)

Uso versos de otros tiempos…
Y es —en este sentir— la modestia la que me acongoja.

Soy yo, con el sudor en las sienes,
mi fresca locura a flor de piel.

Se abre el público…
subo con temor.

Soy un semi-niño.
Entonces… las primeras notas.

La gente sonríe,
algunos se comentan.

Sí… son mis canciones las que suenan.
Las que cantamos.
Las que están vivas.

Son parte de este cuerpo,
de esta sangre,
de este esperma que late y ruge.

Son pedazos de letra,
de corazón,
que se hacen retumbar…
tañer.

Son mis letras.
Es mi música.

En cortas ondulaciones
se expresa el alma.

Los momentos a solas,
mi lucha por ella,
mis múltiples abandonos,
todos esos dolores que me habitan.

Últimamente le he escrito canciones
a una linda desilusión…
que el otro día me pidió una antología.

Si fuera fácil, la tendría.
Pero resulta que cada cosa que canto
me arranca pedazos de alma.

Y en esta rara función que tenemos los cantores
hablamos de amor todo el tiempo…
pero no lo conocemos.

Nos enamoramos de las que no nos aman.
De las que prefieren un lindo y descuidado fiambre —
como el que seguro tienen —
antes que mirar la idiota ternura
de un músico o un poeta.

Somos la basura ferviente,
la que goza siendo de todos
pero no de nadie.

Vivimos esperando la llamada de ella:
la que nunca llamará,
la que siempre se piensa,
pero no se nombra.
La que no vuelve,
por más que se le invoque.

Y perdido estoy,
pero así mismísimo prosigo.

Dejo el sudor y la sangre
en cada nota,
en cada concierto —
grande o pequeño—

porque cada vez que canto una canción,
la escribí con trozos de la vida misma.

(Silencio. Mirada al suelo. Cae la última nota.)

martes, 28 de julio de 2015

23:42

Y todo lo que pienso en ti, ¿es tiempo perdido? O es sólo un preámbulo, un espacio antes de que seas mía. No te preguntas por mi, nunca, por eso no insisto, en cambio, camino lento, vago por callejuelas,  recorro las banquetas, disfruto el té, miro al cielo, respiro hondo. Eso de no saber lo que no dices me tiene aturdido, eso de que seas la promesa incumplida me derrumba, eso de pensarte es un trabajo agotador. 

sábado, 25 de julio de 2015

Cuando Dios solo atisba por la cerradura.

Allá íbamos, mal vestidos y hambreados, pero a la iglesia cada domingo... De una a otra semana las desgracias se iban acumulando, pero pasábamos a dar gracias por todas las "bendiciones"; me han preguntado de por que me he peleado con Dios, yo contesto que Dios se peleó conmigo, y he pensado en la posibilidad de que no le caigo bien, quien sabe,  yo llegaba con otros niños, con la actitud de cualquier niño y en seguida el rechazo, por ser yo, he visto ese rechazo un par de veces solamente y creo que esa posibilidad, no le caemos bien. 
En teoría conozco lo que dice la escritura, pero digo sintiéndome como ese año nuevo de 95, sentado en el escalón, con el corazón roto y un sombrero ridículo para la fiesta. Pudiera hablar de bendiciones, pero por cada cosita linda, hay quince o veinte cosas realmente tristes, tengo el corazón cristalizado, una roca negra, muy dentro hay algo parecido a la vida, y hace poco tiempo por solo un momento comencé a pensar en esa dulzura insulsa, el perfume del sentir, amor pues... Sin embargo todos se acercan a la bestia por la curiosidad que produce, yo, esta bestia colosal, los conozco, conozco sus motivos, han querido jugar con la bestia y han salido heridos, está vez como siempre, conozco los motivos que le hicieron acercarse a la bestia, pero me he cansado de hablar en segunda persona, se me extingue  la vida, esa hambre de amor aún no se ha saciado, el Dios que existe en el cielo no expresa más que desdén, y cuando fui humano, niño, entendí que algunos de nosotros, no le gustamos. Y ahí caminábamos, hambreados mal vestidos, de regreso de la iglesia... Es tan imbécil el mundo. 

jueves, 23 de julio de 2015

Vértigo grotesco

En la normalidad de lo sentidos, se encuentra un diminuto brote, ha crecido con los días, es un minúsculo hallazgo en mi vuelo hacia ningún lugar, las piedras enormes que desde mi alma en proyección trascendental, se ven como pequeños guijarros cubiertos de machas multicolores, moho que desde aquí se ve decorado, no hay sonido, me ensordece el aire vibrando a velocidades mayores, llegó a un pequeño valle, una forma llama mi atención, sobre el verde encendido de los pastos, tu cuerpo desnudo, ese cabello tuyo y los ojos de gato amplios, haciéndose enormes s medida que me acerco, no hay pretextos en esta vida, pero en esa dimensión donde mi mente se proyecta y sube a la atmósfera, mi cielo es tu cielo, en realidad eres tu mi cielo, no se ya como terminan estos cuentos, has decidido que lo mío es pasión, yo sin embargo reconozco que tu en lugar de ser esa versión mejorada e inteligente de ti misma, prefieres ser sólo bonita; me dijiste alguna vez que soy rencoroso, realmente me molesta ver potencial desperdiciado, quizás un hombre normal, tomaría lo que pudiera y desecharía el resto, yo sin embargo creo en eso que puedes llegar a ser, no existe nada más sexy que una mujer resuelta, que se reinventa, que no sólo parece seductora mente inteligente, sino que lo es. Mi cuento era mucho mas sexual, la imagen iba y venía, casi te mordía, casi te derretías, como he venido diciendo, yo no tengo en esta ocasión ninguna estrategia, me apasiona, pero reconozco errores y virtudes, no he amado, pero creo que podría. 

miércoles, 22 de julio de 2015

Y cada vez

Suena la primera nota y se enciende la imagen, esa versión antigua de mi, viajando entre la tarde que se obscurece, primero los paisajes desérticos que poco a poco se quedan atrás con la luz de la media tarde, luego el boulevar iluminado, la estación en espera, las vueltas, las calles... Por fin el adoquinado y las baldosas, la noche que se aproxima, el calor de las frías sábanas, los olores semi amargos y el dulce café de cada mañana ablandando el pan con su vapor.  Montones de luz rosada entran por tu ventana, bruscamente han perpetuado el color de tu palidez, los pies que amo, las piernas largas torneadas, tus formas recortando la iluminación de todo el medio día. Tu mano en mi mano, tus uñas apenas creciendo sobre el borde de cada dedito, caminamos cada calzada hasta encontrar esa cotidianidad colectiva, que se parece a nosotros juntos. Me amanecías, tu sabes que me amanecía el mundo cuando tus rizos alborotados se levantaban obscureciendo la ventana; no tendré días así nunca, no tendré noches de brillos sedantes, de copas cristalinas, de burbujas en el cielo, de tu lencería bajando por los tobillos, de tu espalda golpeando la puerta, mi última oportunidad se fue esa mañana, después sólo me quedan los platos rojos, tu piel cubierta por el vestido aquel, la miel, la mujer que interrumpe, tu noticia frívola. No es el momento, pero cada que se enciende esa primer nota, vuelve, de forma más borrosa cada imagen en lentos movimientos, carreras por las escaleras, tus pies haciendo ángulo sobre el suelo, mi cabeza de costado, tú, descalza en mi piso.
Vuelve, si claro que vuelve, pero cada vez menos, cada crisis es menos intensa, la ansiedad es parte de mi mundo ahora, la histeria que me hacen pasar me ha dado justo la medicina que se lleva esos recuerdos y los va desvaneciendo, como chorros de color en un río que corre como el tiempo hacia el horizonte, se aleja; creo que puedo recordar tu rostro, pero es difícil decir  tu nombre, se que está en algún lado, se que lo sabía de memoria pero, son sólo unas notas, una canción, un viejo canturreo que se disuelve y se ha ido casi por completo, de este cinematógrafo canalla que es la mente de la bestia. Si yo hablase lenguas humanas ó angélicas y no tengo amor... Nada soy.

martes, 14 de julio de 2015

Magenta

Ya no escribo nada, pero en toda la imagen, la elegancia de la misma imagen, en catarsis completa, nace en el este por medio de un obscuro muro de piedra que desemboca en la ribera, se hace naranja, azul y gris, el cielo impone destellos, chorros de luz hacia nuestras espaldas, la espesa obscuridad comienza a construir la noche por el oeste, siguen siendo los colores naturales, sólo que las cosas comienzan su transformación de cada noche, así mismo las personas vuelven caminado entre la calina que condimenta el ambiente, arena sobre el cuerpo y cansancio suben a nuestro costado, allá tu, dividiendo el tráfico en pose sensual, el cabello tostado, la piel brillante, labios cristalinos, no se mueve nada, es tu mirada, la profundidad del día, el momento suave, espesando el aire, la emoción sobre el estómago, la angustia en el vientre, es tu presencia, la boca entre abierta apenas tocando otra lengua, la bebida exótica, el momento que justo huele a loción de hotel, agua fría sobre el cuerpo, sábanas secas frescas, viento en las cortinas, sabor de abdómenes, cuclillas, revuelos, piel contra piel.
Se va ese instante, la cubierta lo desplaza y le da nueva vida a amaneceres; a cambio de cada poesía, regálame algo, un souvenir con el cual amordazar mi instinto.

miércoles, 8 de julio de 2015

Del lenguaje común entre tu y yo

Desde mi lugar, desde mi avaricia creo que somos el uno para el otro, te miro de lejos mientras no me miras, siento el nudo bajo la pleura cortando el pecho... Pienso que nunca te hubiera encontrado, y sin embargo no es el momento el lugar, se ilumina la habitación mientras llegas, se obscurece cuando no estas. Que cruel es el destino, pensé mientras te oía, te observaba quedarte atrás, no alcanzarme, tantas ganas de voltear y... Cielo, mi cielo.  Este diálogo que se volvió intenso y que no se pierde, sin palabras, totalmente explícito, este lenguaje de señas inventado, emocional, caliente, tierno, que existe o no existe, esta historia que me cuento a veces, y ese quizás que todavía me taladra.