Suena la primera nota y se enciende la imagen, esa versión antigua de mi, viajando entre la tarde que se obscurece, primero los paisajes desérticos que poco a poco se quedan atrás con la luz de la media tarde, luego el boulevar iluminado, la estación en espera, las vueltas, las calles... Por fin el adoquinado y las baldosas, la noche que se aproxima, el calor de las frías sábanas, los olores semi amargos y el dulce café de cada mañana ablandando el pan con su vapor. Montones de luz rosada entran por tu ventana, bruscamente han perpetuado el color de tu palidez, los pies que amo, las piernas largas torneadas, tus formas recortando la iluminación de todo el medio día. Tu mano en mi mano, tus uñas apenas creciendo sobre el borde de cada dedito, caminamos cada calzada hasta encontrar esa cotidianidad colectiva, que se parece a nosotros juntos. Me amanecías, tu sabes que me amanecía el mundo cuando tus rizos alborotados se levantaban obscureciendo la ventana; no tendré días así nunca, no tendré noches de brillos sedantes, de copas cristalinas, de burbujas en el cielo, de tu lencería bajando por los tobillos, de tu espalda golpeando la puerta, mi última oportunidad se fue esa mañana, después sólo me quedan los platos rojos, tu piel cubierta por el vestido aquel, la miel, la mujer que interrumpe, tu noticia frívola. No es el momento, pero cada que se enciende esa primer nota, vuelve, de forma más borrosa cada imagen en lentos movimientos, carreras por las escaleras, tus pies haciendo ángulo sobre el suelo, mi cabeza de costado, tú, descalza en mi piso.
Vuelve, si claro que vuelve, pero cada vez menos, cada crisis es menos intensa, la ansiedad es parte de mi mundo ahora, la histeria que me hacen pasar me ha dado justo la medicina que se lleva esos recuerdos y los va desvaneciendo, como chorros de color en un río que corre como el tiempo hacia el horizonte, se aleja; creo que puedo recordar tu rostro, pero es difícil decir tu nombre, se que está en algún lado, se que lo sabía de memoria pero, son sólo unas notas, una canción, un viejo canturreo que se disuelve y se ha ido casi por completo, de este cinematógrafo canalla que es la mente de la bestia. Si yo hablase lenguas humanas ó angélicas y no tengo amor... Nada soy.
Vuelve, si claro que vuelve, pero cada vez menos, cada crisis es menos intensa, la ansiedad es parte de mi mundo ahora, la histeria que me hacen pasar me ha dado justo la medicina que se lleva esos recuerdos y los va desvaneciendo, como chorros de color en un río que corre como el tiempo hacia el horizonte, se aleja; creo que puedo recordar tu rostro, pero es difícil decir tu nombre, se que está en algún lado, se que lo sabía de memoria pero, son sólo unas notas, una canción, un viejo canturreo que se disuelve y se ha ido casi por completo, de este cinematógrafo canalla que es la mente de la bestia. Si yo hablase lenguas humanas ó angélicas y no tengo amor... Nada soy.
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