Y se me ocurrió este cuento:
No existían relojes en aquel pueblecito de nombre Bunderbranch. Enclavado en la montaña, una pequeña aldea de personas pequeñas, comían Winbelslook, bebían Poegloc, tenían pequeñas ropas echas con piel de snchangertweer que tienen un cabello suave y que los cubría y protegía del frío, utilizaban Arcos de los grandes abetos que encontraban por todo el camino a Gondeslowe que era una villa cerca de Bunderbranch, comían delicioso pan de un trigo rojizo que crecía en las praderas y que cegaban cada verano, entre todas esas pequeñas casitas sobre la colina, mientras el fuego hacia humear las ollas donde el potaje y los guisados se calentaban, se encontraban grandes dilemas, porque estas pequeñas personas contaba el tiempo de maneras muy raras, más bien, no conocían ningún mecanismo para contar el tiempo, solamente esperaban el día para saber cuando comer y dejar de dormir pero no podían quedar en una cita, llegaban tarde y se disculpaban ya que algunos contaban el tiempo viendo gotear la miel, y la miel era mucho más espesa en algunos tarros, por lo cual la gente llegaba tarde o a distintos tiempos, era difícil ponerse de acuerdo vaya.
Un viejecito de nombre Al Bakesfield creyó que debía contar el tiempo de alguna forma, y entre su sabiduría comenzó a inventar métodos, que tenían como finalidad estandarizar la cuenta; el primero de ellos, el más sofisticado, consistía en poner un poco de aceite de wanderschel en una vasija de cristal de roca, y hacer caer un chorro, algo parecido a los relojes de arena, sin embargo no era muy práctico porque había que esperar y guardar el aceite en vasijas; todo el tiempo se estaba aceitado de las manos y no se podía escribir. Y así siguieron los aparatos y artilugios raros, una mañana su amigo O'malley llego con un idea, había estado haciendo unas pequeñas ruedas talladas en roca y se dio cuenta que embonaban una en otra de modo que pensó que algo podría servirle al viejo Bakersfield.
Entró gritando a la habitación con su barba blanca y la sonrisa de oreja a oreja; traía las pequeñas rondanas en las manos y tras unos minutos de observarlas, el viejo Bakersfield con la mano sobre los labios dijo :" ¿Y cómo podría ocuparlas?", O'malley encogió los hombros y le dió un trago a su tarro de cerveza, después de platicar durante la tarde y fumar algo de sfinterwelt, salió de ahí y dejó a Bakersfield con mas preguntas que respuestas. A media noche el viejo se levantó y fue al baño, y ahí se golpeó la cabeza mientras trataba de sacar una mantilla de un trinchador, y ahí vino la gran idea, se puso a trabajar, después de ponerse hielo en la cabeza, y obviamente comer algo de schalketwish para cenar y despertar. Clavó, pegó, vociferó y esa mañana cuando su amigo volvió encontró algo parecido a una caja de tamaño mediano, con una carátula de hueso de carnero y un mecanismo que registraba cada minuto. No supieron muy bien como usarlo hasta mucho tiempo después, pero fue así como los habitantes de aquel lugar aprendieron a contar los tiempos, a ponerse de acuerdo en las citas y cuando ir a la escuela... ¿Te dormiste ya?.
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