lunes, 5 de diciembre de 2011

Alas.

-"Bueno papá, voy a contarte todo desde el principio"-, dijo Hilario, y se sentó en un brazo del sillón;
-"Desde el año pasado mi hermana se descubrió algo raro en la espalda, yo lo sé porque la vi por la ventana que da al patio"-
-"Bueno,pero ¿Qué  era eso que descubrió?,  ¿Que tenía? "- Dijo la mamá viéndolo fijamente a los ojos y con un color pálido en la cara.
-"Pues, tenía algo como alas, primero eran dos chipotes al lado de la columna, que empezaban a romper la carne poco a poco"- contestó el niño haciendo ademanes,  en ese entonces Hilario estaba por cumplir los 9 años. El papá  tomó de los hombros, al muchachito que se ponía cada vez más asustado y con tono de reproche vociferó: -" y tú pendejo ¿Por qué no dijiste nada nunca?"- "Esperaté, que nos diga lo asustas" - contuvo la mamá y con tono conciliador- " A ver hijo, ¿Tu viste que le salieron alas a tu hermanita? ¿Le dolían?- dijo la mamá. "Pues no, más bien creo que la hacían sentirse contenta, las veía en el espejo, pero las ocultaba, no me dejó nunca verlas, pero cuando la espiaba, vi que crecieron mucho, como así en un solo mes", dijo el chamaco mientras hacía señas con las manos y mostraba la envergadura de las alas, y les decía como se fué volando por la ventana. La niña había desaparecido, y solo tenían la información que el niño les daba. Pasaban las horas, ¿Dónde estaba la niña?, la buscaron por todo el vecindario, llamaron a la policía, buscaron cerca de la escuela, en los andadores de su fraccionamiento, en el parquesito donde le gustaba columpiarse, en la casa de la abuelita... nada, al parecer era cierto, la niña se había ido volando.
El tiempo, que nunca se detiene miró de lejos a los papás, que fueron perdiendo la esperanza, poco a poco. Los carteles de "Ayúdanos a encontrarla" que el papá de Hilario acostumbraba renovar cada semana, fueron cambiados cada mes, cada dos meses, hasta que se les veía amarillentos en los postes y los árboles de las calles, algunos desaparecieron, por la lluvia, el frío, las manos ajenas que les necesitaron para escribir algo o limpiar un zapato, o por que sí... Ya era un tema tan lejano, aunque muy vivo en el corazón de cada integrante de la familia que a su manera vivían el luto  por la hermanita perdida, Hilario lo entendía cada día más, pero no hacía mención, porque  su mamá había quedado sin habla, y con las funciones de autómata, iba y venía por la casa con sus deberes, pero sin voces, sin emitir ni un sonido, un alma en pena por todo el solar.
Y así mantenían el silencio todos, pasaron 15 años, todos con sus días y sus noches, sus veranos y sus otoños, sus navidades, y en el mes de Noviembre, en su último día, más o menos a las 4 de la mañana la mamá de Hilario escuchó un batir de alas al borde de su ventana, y como si fuese un resorte su mente unió la idea de su hija al sonido de aleteo, abrió la cortina y solo pudo ver un par de alas enormes alejarse en la noche; no sé si fue la aceptación, pero desde esa noche la mamá de Hilario dejó de sufrir la perdida de su hija, volvió a su color normal, hablo un poco más, cada vez estuvo más contenta, obtuvo paz. Algunas veces despierta de noche, y busca en la ventana, por si ese ser alado, vuelve... Tal vez.

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