lunes, 21 de enero de 2013

Sentirse


Hace mucho tiempo la libertad jugaba un papel importante en la vida de los hombres,  digamos que tenía el aspecto de una tea incandescente que bajaba a tierra, Bünar, le llamaban todos a ese fuego que bajaba y bendecía a los seres de la tierra. Todo era más fácil para esos hombres que en lugar de referirse a la verdad con símbolos gráficos, lo hacían con solo palabras y señas específicas.  Entonces en los hombres, estuvo el deseo de poseer la libertad, que no era de nadie, pero aún así pelearon, de entre esos guerreros, cada uno con sus cualidades para la lucha y las artes bélicas, hubo uno que no tenía sentimientos, Maalik, era un gran guerrero, que entre sus habilidades tenia la que todos considerarían, una cualidad rara, porque eso lo hacía implacable y es que de sus múltiples batallas había heredado cortes, cicatrices y había perdido poco a poco diferentes miembros alguna vez un dedo, otras veces uno de los brazos y así entre el tiempo, este guerrero se había vuelto un collage de todas las personas que lo repararon en un momento de su vida, es así que al parecer en esas reparaciones y el diario luchar perdió la capacidad de sentir, no sintió a nadie por mucho tiempo.

Llegada la batalla este fue uno de los guerreros más gloriosos;  dominaba de manera exquisita las artes de la espada, la lucha cuerpo a cuerpo, el tiro con arco y el esgrima artístico, tenía todo para ser el más grande. Sin embargo 2 meses antes de tomar por asalto el castillo de “Astarük”  donde Bünar había sido llevada después de que la robaran, Maalik cayó en un sueño profundo junto a un estanque de agua, entre  sueños Tadivil una ninfa se le apareció, al parecer no podría conquistar al gran guerrero sin sentimientos. Maalik se levantó de su sueño y la vio algo divino toco el frío bronce forjado que formaba parte de su pecho.

Nunca, ninguna de las leyendas sobre Maalik ha explicado cómo fue o que pasó exactamente. Solamente se sabe que tras esa madrugada Maalik abandonó la guerra, desarmó su ejército, y  volvió de entre los que viven muertos a los que mueren vivos, que es igual pero distinto, lo mismo pero a viceversa. Y provoco una revuelta entre todos los ejércitos que comenzaron a ver a uno de los más grandes héroes correr en pos de algo que ni siquiera podía sentir.

La guerra se tornó más cruenta, porque sin los héroes el pueblo de Astarük tomó las armas y se defendió del sitió, morían a diestra y siniestra en combates que bañaban la tierra con sangre, mientras nuestro héroe se rendía, se arrodillaba, y se declarada enamorado de la ninfa del cabello rojo, una gitana de sonrisa incapaz de matar pero que no ama a Maalik.

Para el siglo IX la libertad se había perdido en esa y muchas guerras, Maalik se había perdido también en el tiempo, en la tierra y las llanuras que no eran aptas para el amor. Todo como lo conocemos fue creado antes de esas batallas, pero se definieron los reinos antes de la batalla del puente glacial de Fendor. Muchos estudiosos dicen que Maalik pudo haber ganado esa batalla pero su dolor, el del corazón lo confinó a un arrecife a orillas del mar del norte, donde murió pensando en volver a hablarle al oído a Tadivil la ninfa de cabello rojo.

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