5:30 de la mañana y venía llegando un camión al pueblo, ahí venía la güera ya, de regreso a casa, mientras casi al mismo tiempo Alicia se despedía y deba vuelta en la esquina, se acercaba a la puerta y encaramada en la reja corría el picaporte y hacia rechinar el portón, todo al son de un canturreo masticado con la lengua un poco suelta y el olor a licor, Presidente para ser exactos, entró a la estancia, aventó un tacón y se deshizo del otro y en un movimiento se quitó el vestido, con un movimiento que lo colgó en un clavo de la pared, cayó rendida Alicia pues, y cuando dio el primer ronquido, la güera entró en la casa, haciendo rechinar el portón nuevamente, cosa que no hizo ni inmutar a la hermana que ya soñaba que en el mar... La güera como si ya lo supiera, vio el vestido colgado, lo bajó del colgadero y lo dobló con mucho coraje, gritando reclamó que quien había osado ponerse ese, su vestido, luego con mucho cuidado lo tomo con ambas manos y salió al patio para llevarlo al lavadero, cuando iba justo a medio patio un zanáte hizo de las suyas, " mamá! Por culpa de Alicia el zanáte me cagó el vestido", mientras la mamá se carcajeaba, le dijo " no hija, por mala que no prestas tus cosas, por eso el zanáte te cagó el vestido"... Y así.
Doctorante en tecnologías e IA, Maestro en Educación y redactor editorial con más de 15 años en el sector educativo. Aquí comparto textos que nacen de lo cotidiano: Escribo sobre el tiempo, la soledad y esos momentos donde lo extraordinario se cuela en lo ordinario. Bienvenido a mi rincón. No tengo más que perder... aparte del tiempo.
lunes, 13 de octubre de 2014
Aquel zanáte
" Mamá, ¿crees que me pueda poner el vestido de mi hermana?" Se oyó la voz mormada de aquella jovencita desde la otra pieza, su hermana "la güera" no estaba en el pueblo y como no prestaba su ropa, Alicia pensó que era pertinente pedir permiso, " pontelo mamá, pero llegando de tu fiesta rápido lo dejas en el tubo donde lo cuelga tu hermanita eh mija" contestó la mamá desde la cocina mientras entreveía unos figurines para cortar. Asiento entonces, Alicia entró en el vestido y salió tarde para la fiesta, toda pintada y con un semanario en una mano, pendientes en las orejas, tacones altos collares y alhajas que cascabeleaban y crisparán cada que caminaba por entré la calle rumbo a la reunión.
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