Conocí muchos
seres intrigantes durante la vida, monstruos deformes, bellas estrellas,
hermosos gigantes y enanos granujas, pero nada como este Migue. Me intrigan
muchas cosas de su descripción, pero al fin como una criatura de Lovecraft la
describiré en su estado natural haciendo varias reflexiones finales en esta
curva de mi redacción
Lo conocí debido a que es
familia de uno de uno de los más
desafortunados, pero no fortuitos intentos de definición de un proyecto de
vida, sin más es el tío de ella, malhumorado crónico, yace mansamente reposando
sobre la hamaca a pierna suelta mientras el viento fresco istmeño se lleva sus
olores a fermento rancio de la o las noches pasadas, te acercas con cuidado pues
cual perro mestizo te ladra y muerde pues desconoce hasta a su misma madre, si
esta de humor te saluda si no tampoco, todo el mundo lo desmerece y no tiene
humor ni un “ Buenas tardes” de vuelta para quien lo pretende saludar. No
siempre fue tan desaliñado hubo un tiempo que fue a la escuela y quiso ser
contador o algo en la vida y la hermana de su madre lo recibió en casa y le
puso comida en la mesa, pero la naturaleza indómita de este lo sintió como ofensa
y prefirió encaguamarse, pues la Tía Cholita tiene que lo pague total, y se
volvió un parásito en la casa que al primer altercado contestó altanero y se regresó
a su pueblo, como buen macho. Se buscó mujer y a trabajar a brazo partido pues
es uno hombre. Quizá merece o no merece esa raza absurda que le haga un texto,
no me importa, es de noche y práctico mi narrativa con una historia de un
animal que resulta indeseable como toda su casa, pero tiene sus vicios que
desde aquí resultan interesantes pues cada que se bebe la quincena en jueves y
se da cuenta de lo que hizo, sufre consigo mismo y su madre pues él no pudo
estudiar como sus primos y a falta de oportunidades pues hay que tomar y tener
mal genio.
Pero en ese nuevo recomienzo
del que hablábamos un día infeliz, vino la desdicha, la primita vio claro como
en aquella casa de la Ná Mena se metía la mujer de Migue a dejar desayuno para
el Tío Chalino, lo que no se imaginaba nadie es que apenas llegaba la mujer al
quicio, entre oreja y cuello ya tenía un beso y la mano entre las faldas de
aquel señor ya viejo. La luz flasheaba desde las ventanas los límites del cuerpo
de entre las enaguas, una pantorrilla redonda y sensual que se encaramaba sobre
su animal, ya la cabalgaba el Tío, se asomaban los pechos de un torso hacía atrás,
la tenía en la mesa, que con empellones ambos hacían rechinar, después de
revolcarse en la cocina ella lo encendía, le quitaba la ropa, se le entregaba,
se le ofrecía, tremendo viejo quien iba a pensar que a la esposa del sobrino,
todas las mañanas muy puntual, tremendo postre antes de desayunar. Los cuerpos
gemían alborotados sobre un camastro, pasados las 11, ella en cuclillas gritaba
su nombre el más abajo la penetraba con toda la fuerza de un hombre más joven.
La imagen y los chismes se hicieron regar, pobre Migue se rieron de su nombre.
Ella se marchó y el Tío también, yo comprendo a Migue lo comprendo bien, se lo
que se siente, también una istmeña me fue infiel.
Y pasaron años hasta que una
chiquita de la tercera parte de su edad con él se quiso casar, tuvieron 6
niños, pero sigue viviendo con su mamá. Él se levanta enojado y grita furiosa
pues su hijo no barrió los vidrios rotos. El piso es de tierra y hasta el portón
corre la ahora esposa a esperar el camión, él se queda en casa pues ya no
trabajó, la esposa busca en el comedor, un poquito de caldo para su varón.
Muchos fueron los desaires con este personaje, pero ahora me siento reflexivo,
pues es imposible pedir amor o respeto a quien no lo tuvo por sí mismo, y a
quien no se levantó de los golpes que le dio la vida. Pobre Migue porque todos
los días busca al culpable de lo que se hace a sí mismo y culpa a los demás de
su destino, se sufre, lo sufre, se enoja, lo bebe, lo llora, lo ríe, lo
desgarra, lo descansa, se duerme y no cambia