No me gusta dormir en la sala, básicamente de ningún lugar, es una antigua manía, algo cabalístico, nada raro; sin embargo hace unos días, pasé a visitar a Mayra, digamos que la relación de amigos que llevábamos cambió un poco en las fiestas de fin de año, y quería aclararlo, ver que pasaba. Mayra estuvo conmigo ese final de año, y el momento, la emoción, el beso pequeño perdido en uno profundo... No lo sé digo que lo supongo pero después de tantos años... Y así fui a Querétaro, Mayra estaba de visita con su abuela, y como llegué a media tarde la señora muy amable dijo que me quedara esa noche en la sala, por que el cuarto que tenía para dar hospedaje estaba un poco " desarreglado", así que acomodé la mochila en una sala inferior y regresamos a la estancia; la casona es una clásica mansión de principios de siglo, desde que entré me maravilló la vista, el patio amplio cubierto de vegetación un poco descuidada, hojarasca cubre la barda y las jardineras, sólo para dar paso a la entrada y los muros coronados por plantas de sombra en su mayoría marchitas, todo esto hace un remanso sobre un camino de piedras, una escalinata de piedrones blancos se abre majestuosa, todo un espectáculo, si yo fuera arquitecto o eso.
Al estar en la cena la abuela de Mayra no dejaba de mirarme de arriba hacia abajo, tal vez un poeta libre y despreocupado no era precisamente lo que quería para su nieta; Mayra en cambio tenía esa dulzura que te invita mirarla, sentada ahí pálida como siempre, con los labios solamente con brillo, y una blusa beige que hacia juego con los zapatos. Tuve qué dormir en la sala, yo quería dormir con ella, pero la abuela muy a la antigua no subió hasta asegurarse de que Mayra estaba en la habitación, fuera de mi alcance. Cuando todo quedó en silencio y a obscuras, las pupilas se me dilataron y entonces algo de luz me ayudo a visualizar el librero enorme, del suelo al piso que reinaba en medio de la estancia, adornada con muebles de épocas distintas, un espectáculo anacrónico, sillas nouveau con mesas minimalistas y sillones estiló Luis XV, y sobre todo esa sala roja, añeja, que me hería los riñones con algún desperfecto en los asientos.
A eso de las 2:45 am., aún no había podido conciliar el sueño y pasaba el tiempo mirando como una ventana entre abierta jugaba con la luz de una lámpara de la calle, la cortina y un poquito de viento. No pasaban de las 3:00, cuando una sensación bastante desagradable se apoderó de mi, algo había en la obscuridad, me sentía observado.
La incomodidad duró un poco más, así que con algo de nervios metí la mano en la mochila y prendí mi celular, la luz me daba en la cara y comencé a navegar en internet fingiendo no seguir inquieto por esa sensación de susto, pasaron algunos minutos y entre el sueño y mi perfil personal quedé absorto en una plática, mi hermano estaba "on line" en ese momento, y no dudé en contarle " estoy solo, la casa es enorme y Mayra está en una habitación" , mi hermano me insistía en que buscara la forma de entrar a su cuarto, desnudarla, hacerle cosas con ese cuerpo tan suave, formas de mujer muy bien definidas, y esa cara de niña bien portada, parecía muy apetecible, "¿está su prima la que es vegetariana? " me decía mi hermano y yo seguía la línea de conversación, y entonces el tema se perdió, y mi atención también; sí, aclaro que seguía un poco incómodo, pero simplemente había perdido la noción del tiempo, seguía platicando con mi hermano, la luz blanca del teléfono eliminaba toda imagen de la obscuridad de al rededor, sentí algo de movimiento, pero no vi nada, y volví a la plática, "ups" pensé, y ese frío desconcertante se me subió por el cuerpo, la espalda y lo demás, algo había ahí, así que me metí en la cobija y puse la cabeza sobre un descansa Brazo, jalé la sábana y me acurruque en ella, algo me miraba y yo ya estaba empezando a dudar de quedarme ahí, volví a mirar al rededor y fije la vista en la ventana, ¿se había abierto sola?, regrese la mirada al teléfono y entonces una cara sobre mi rostro, justo enfrente me sorprendió, me impactó tanto que me hizo gritar horrible... Caí del sillón y aventé el teléfono busqué defenderme... Con un almohadón... De pronto la risa insolente, la burla infame...era Mayra, en pijama, descalza y con el cabello en media cola, muerta de risa, por mi sobresalto. Luego de que el corazón me volvió un poco al cuerpo me dijo que quiso encontrarme de escondidas, pero me dio el susto de mi vida, luego un beso y tuvo que regresar a las escaleras, la abuela desde arriba preguntaba quien había gritado o que diantres pasaba, yo solo acepté que había llevado un susto, y la abuela refunfuñando azotó la puerta. Esa mañana no pude con la vergüenza, lo único que sé es que a escondidas Mayra ( la deliciosa como me dice mi hermano) me dio el susto de mi vida.
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