martes, 25 de agosto de 2015

Trivialidades y el regreso de un viaje repentino

Indudablemente cada individuo se impone sus propias penas, yo dije hace mucho tiempo que me hechizo con los pesares y la mala suerte; me hace reflexionar y observo la mirada de quienes se encuentran en un café, ella en despreocupada vestimenta hablando un poco alto como lo suele hacer, él contando alguna anécdota, al parecer a este hombre  el aroma de ella le agrada, sus manos, sus labios, sólo quizás sea la compañía, que cálida, es un solvente para esos pesares que se van acumulando, ¿es peligroso? Sin duda todo en la vida lo es, una mano suave puede cortar bajo la traquea, un beso puede ser mas que mortal, pero en todo momento la soledad es el peor de los venenos, estamos solos, hemos estado solos por largo tiempo y cuando enciende la luz de alguna estrella fugaz, es posible que en ese instante cada célula tome sentido, cada piel pueda arder haciéndose uno con el infinito, ¿ese no es un crimen?, yo diré que un crimen sería no notar que en es a mesa ante todos los comensales, por lo menos alguno de aquella pareja, que sólo hablaba de trivialidades no le es tan indiferente el otro, algo, aunque sea poco se comparte, y en este mundo de soledades asesinas, un crimen es no escuchar un momentito.
Sopla la mar en calma, vendrá algún momento futuro en que esa espuma que relame tus pies sentada en la playa regrese al mismo lugar o al mismo tiempo, sin embargo no lo sabes, lo cierto es que no eres eterno como para sentarte a esperar y volver a disfrutar ese momento. Se vive una sola vez y no vuelve más, lo digo yo que soy el viento mismo que no volverá jamás a ese  lugar. 

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