El tiempo se detiene en este segundo piso; desganado, se apoltrona junto a mi escritorio en actitud de aburrimiento, hace sonidos que reconozco pero no menciono, no lo veo, pero se queda ahí... Más atrás, está la muerte que me observa desde hace unos días, que me ha buscado, y que me sigue, casi volteo el otro día y me la topo de frente por el mercado, pero hoy, me mira fría, tentadora, me ve desde este ventanal mientras yo recorro todos los lugares comunes, mientras la ceniza de 16 cigarros, aún yace tibia junto a la ventana.
Por fin puedo decir sin miedo a que me controlen mis emociones, que es ese amor, algo tan fuerte como la muerte, lo que necesito y que toda la inmundicia que me han dado las personas quedó cegada con tu magia. Voy a intentar una fuga, en mi, o sea hacia adentro, voy a hablar de lo que vengo masticando desde esta mañana; voy a decir la verdad.
Soy un ciudadano terrible, de esos que vagan con la bandera de artistas y viven la vida entre la conciencia de lo inconcebible, y las ganas remotas de cambiar el mundo. He de decir que reflexiono, e intento hacer ensayos sobre la forma en la que ahora se ordena mi vida; creo en un solo Dios, pero lo confronto, lo intimido y lo cuestiono con la autoridad y terror que puede ejercer un mosquito sobre un sauce; No lo entiendo, añoro un ser superior que en lugar de ver inerte a los humanos, que en vez de ser emotivamente disfuncional, los ayude, se haga de sus penas, de alguna forma, que no sea movido por el azar, o la buena voluntad o de algún otro artilugio que se ha construido para no hacer nada; yo he caminado el mismo polvo que muchas personas buenas y malas, he visto los rostros y he estado ahí, tirado a media banqueta, sin apuro y a punto de morir de desilusión, aunque hoy, vivo sonriendo. He salido de mañana a encenderme, a caminar y rayar el sol con mi sombra, he pensado en las razones de porque las cosas están mal, ¿Por qué? , ¿Quién fue?; recuerdo que éramos casi niños cuando… te lo dije, te acaricie despacio y te lo dije. Entonces yo era fuerte, con una voluntad indestructible, y di todo, y aun más, caminé el mismo polvo, caminé está calle, toqué puertas, me morí en la raya, y si tú no tienes la culpa, y si Dios tampoco, entonces ¿A quién le pregunto?... Yo lo cuestiono a él, porque ese es mi fin último, porque soy un eterno inconforme, porque probablemente no existe o no lo necesitamos, y lo cuestiono porque espero que exista, ese Dios, que tiró un poco de vida, que después, salió huyendo cuando la vida se levanto en millones y millones de ojos, y se convirtió en este monstruo que vemos todos los días, se convirtió en las caras de los niños, en la gente que vaga sin esperanza y que nunca mira para arriba porque recibe un escupitajo, se convirtió en millones como yo preguntándose, si aún sigue ahí, y por qué no escucha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario