Estos días lluviosos y desconcertantes, vi por televisión algunos anuncios, de lo que parece ser, la nueva temporada de la selección nacional mexicana, en vivo y a todo color, apareciendo en horario estelar. Este asunto a decir verdad, me llena de muchas ideas, porque para mí, el futbol es un deporte que amo, así como amo el Rugby, el Futbol americano, pero que tiene un sabor diferente. Amén de haberlos jugado todos, este deporte me hace ir a épocas en las que corría sintiéndome toda una estrella en un estadio repleto de aficionados al Barcelona, épocas diferentes, más limpias, más livianas; tiempos en los que celebrar un gol , y toda la jugada era un suceso que contábamos por días.
Recuerdo que jugábamos en la escuela, en casa, en el cuarto de la abuelita, con un bote de jugo, con balones, con pelotas de plástico, incluso con suéteres de la escuela; en ese tiempo y con esos ánimos, jugar era lo importante, y mucho más importante, era ver un partido, y emocionarse como me emocioné con el México - Bulgaria del 15 de junio de 1986, y ese gol de tijera del que todos hablan, y que he visto en repeticiones, pero que recuerdo en una imagen más clara, recuerdo también un opening de las transmisiones del 86, donde un balón golpeaba las ruinas y los juegos de pelota de chichen Itzá ; y recuerdo más, recuerdo gritar de alegría cuando México eliminó a Perú en el estadio Atahualpa, y haber llorado después del segundo Gol de Argentina en la final de 93, todos esos recuerdos, la comida en domingo, hablar del mundial, todos los comentarios, los posters, las calcomanías, todo eso ha sido parte de mi niñez, así como fue, en épocas diferentes, con mis tíos y mi abuelo, que me contaban de los partidos en 1970, 64, y demás.
Es ese mundo, es esa parte perdida, la que me hace escribir sobre lo que parece, lo que llamé: “Síndrome de despojo”, hoy que me siento derrotado en el amor, o lo que al parecer era y no era, las reflexiones llegan como avispas, en esta, la víspera de otra temporada y otro bombardeo de promociones y transmisiones, comentarios e ilusión.
Es cierto que los que me conocen de cerca, saben que he mencionado en muchas mesas y tertulias, que los deportes de equipo representan el desarrollo social de los países, no porque lo diga yo, sino porque es parte de la teoría económica actual, y mueve un flujo muy importante de efectivo, si no vean cómo se maneja el deporte en el mundo; así también en nuestro México trágico, existe un mundo de mercadotecnia y filigrana que envuelve al deporte y todo un aparato comercial gubernamental, y económico, casi autónomo, que se encarga de el futbol, aunque el desempeño en la cancha que deje entrever muchos problemas para ponernos de acuerdo unos con otros, y un desarrollo social paupérrimo. Pero el asunto va mas allá, va mas allá de las ilusiones que todos guardamos, de la nación que fuimos en los mundiales, de que si este es el año o que si este entrenador es el bueno. Este es un tema de fondo, en el cual el aparato que nos lleva este espectáculo (y no me refiero al televisor), es un retrato a mano de lo que es nuestro sistema mexicano, un retrato de nuestro gobierno, de nuestra organización social, de nuestras instituciones y por mucho que me duela decirlo de México y los mexicanos.
El futbol en nuestro país, es sinónimo de nepotismo, de corrupción, de intereses monetarios, y de miles y miles de compatriotas que viven en la ceguera mental y la promesa de funcionarios ventajosos y maletas; es ese futbol, el que se juega en canchas internacionales con camisetas patrocinadas y comerciales de tenis de última generación, el que no tiene que ver en nada, con lo que jugué con mis hermanos y mis amigos, no tiene que ver con el “fucho de los martes”, con las apuestas en el barrio y el ganar las retas de los sábados, ni siquiera con los equipos en las divisiones inferiores; ese espectáculo, y todo lo que hay detrás, tiene que ver más bien con el interés de tres o cuatro personas que se hacen ricos con el dinero de millones de pobres en las gradas cantando al equipo rayado, azul, verde, rojo o morado de su preferencia, y que coincidencia por qué sucede igual que en cualquier campaña política. Es aquí donde se hace una pausa y podemos comparar entre la política y el futbol mexicano, ¿en que se parecen?, ¡en todo!, no se necesita tener estudios para ser jugador (a menos que seas Hugo Sánchez y esa es otra historia), para ser diputado o gobernador, tampoco, es más no necesitas saber hablar español, con poder decir “Pecsi” te enriqueces, aun con doctorado, conozco una mujer que con un doctorado todavía dice “cirhuela” sic “cirhuela”; y para ser honestos, tampoco para ser diputado o líder sindical, se necesita saber hablar, es más no se necesita ni siquiera tener la habilidad o competencia de poder hilar 2 frases para expresar una idea coherente…En fin, volvamos al retrato de nuestro futbol nacional; que como decíamos antes, no tiene que ver ni siquiera con el deporte, lo que hay detrás y lo que lo mueve, tiene que ver con millones de pesos en palcos, pasajes de avión suites en hoteles de lujo y dinero de mercancías, comerciales, promocionales y sistemas de televisión de paga, eso es el “Deporte más hermoso del planeta” en este país, eso significa que unas personas se hace ricas en la victoria y en la derrota, y los miles que ríen, cantan y lloran en los estadios no reciben ni la ilusión de ver a su equipo llegar al tan prometido 5 partido, justo como cualquier sexenio pasado presente y futuro.
Otro matiz dentro del retrato del México trágico, es el nepotismo, vivido de cerca; en ese no hay mucho que poner en metáfora, de manera simple, hablaríamos de los que compartimos la cancha con un tal Cesáreo “no sé qué Jr. “, en el cual reconocimos, el nombre de su papá y la carencia total de aptitudes y habilidades; que grata sorpresa verlo formado parte del equipo de “todos”, en este lado del retorcido retrato, podemos mencionar la corrupción y el nepotismo de nuestra realidad cotidiana, y su presencia total en un deporte. Desgraciadamente, no existe un equipo de “todos”, y no existirá, porque en el espejo, la verdad es muy cruda: el mayor enemigo de un mexicano, siempre ha sido otro mexicano, siempre ha sido quien se corrompe, quien se vende por dinero, la presión de la pequeña clase gobernante y poseedora de todo, en la que incluimos empresarios, gobernadores, diputados, narcotraficantes, dueños etc… hacia nosotros, la clase de a pie, obliga a que en la desesperación por sobrevivir a México, hagamos lo que sea por salir adelante, por hacernos de un capital, por dejar de sufrir este país, por tener lo que no tuvimos nunca, y por lo que nos hemos esforzado toda la vida.
Me pongo de pie y grito con mi alma destrozada por todos los que como yo estamos hartos de sufrir este país, y de vivir de la esperanza, del “ya merito”, o del “si se puede”; el mexicano vive de las glorias del pasado, y con un síndrome de despojo, creyendo que merece algo que nunca tuvo, pensando en que fuimos potencia mundial, pero que los de arriba nos manejan mal, y que en parte es cierto, pero es culpa de todos, es culpa de todos nosotros que unos cuantos se hagan ricos, ¿Por qué?, en sí, es culpa de los que consumimos las transmisiones, de los que “nos ponemos la verde” y nos enteramos del análisis profesional y de la explicación completa, por expertos en el tema, de porque volvió a fallar nuestro futbol ante el europeo, el sudamericano, el africano o el gringo, así como es culpa de nosotros los que “votando” quitamos a un partido solamente por cambiar, y quienes probablemente lo pongamos otra vez en los pinos, porque en este país además de vivir de las glorias pasadas, creemos que más vale malo por conocido que bueno por conocer; en este síndrome de despojo, en lugar de crear o planear a largo plazo, esperamos resultados pragmáticos en tres pasos, o incluso resultados instantáneos de “caliente y sirva al instante”, así como en el futbol, así como en la música, así como en las artes, así como en la política, los enemigos de este país somos los mismos mexicanos, los que en lugar de apoyar a nuevos proyectos, a jóvenes emprendedores, buscamos la experiencia y la madurez de la vieja guardia, de los viejos políticos, de los que ya fueron a Europa, de los que se apellidan tal, de los que fueron al mundial pasado… ¡ NO EXISTEN GLORIAS PASADAS¡, basta ya de este síndrome de despojo, no tenemos nada, porque nunca lo tuvimos, es hora de crearlo.
Ese pasado glorioso, que todos ven, pero que me resulta más un pasado borroso y criticable, hace pensar en un pelea eterna contra el invasor, que existe y que existirá por los siglos de los siglos amén, esta pelea empezó, contra los españoles invasores, luego contra los latifundistas, contra el gobierno y todos contra todos, y en general este largo doloroso proceso de independencia obstaculizó de cierto modo la creación de un sentimiento de nación, porque dentro de ese reacomodo, los diferentes grupos de poder y las etnias lucharon por intereses particulares, en nuestra actualidad esa misma lucha de poderes se da en casa de cualquier hogar mexicano, razón por la que es difícil un desarrollo social fluido; mientras que nos sentimos indios, y nos damos hasta con la cubeta unos contra otros, tenemos nombres castellanos, y prejuiciamos al morenito, pedimos desarrollo y empleo, pero nos oponemos a la industrialización argumentando una alienación de la riqueza cultural. Es por ese doble animo, que la raza de bronce nunca va a heredar la tierra; nosotros, el pueblo mestizo, es una contradicción andante; no somos completamente europeos ni completamente indios, morenos, pero barbado, rubios pero lampiños, y con estas características y la contradicción genética, somos una raza distinta y como tal debemos actuar; ¿Por qué no pensar en una gloria futura?, en lugar de añorar el pasado, construir el futuro, a largo plazo, apostando a la juventud, dejando de enriquecernos ilícitamente y quejándonos de lo mal que hace las cosas el gobierno, dejando de salir a marchar bajo el abrigo de un sindicato, dejando los desmanes y trabajado, Gritemos ¡justicia!, y ¡Basta de sangre¡, pero también, basta de mentiras en horario triple A, basta de amigos diputados y tráfico de influencias, basta de sindicatos malévolos, basta de shows que muestran la miseria humana y entumen las ideas, tomemos el poder quew nos corresponde como pueblo, pero de forma responsable. Los que los pusimos al mando somos nosotros, así como la tierra es de quien la trabaja, el futbol es de quien lo juega, y este país es de quienes lo construyamos, basta de guerras entre grupos de poder disfrazadas de guerras contra el narco, construyamos este país con proyectos, con deporte, con música, con arte y empecemos a creer en nuestros hermanos mexicanos, dejemos de improvisar con güeros que llegan hablando chistoso el español, dejemos de darles puestos de directores, guionistas, escritores y buscadores de talento. Basta de sangre y basta de mentiras en la televisión, en el futbol, en la vida mexicana, somos más y como oí en alguna parte, no es que nos guste vivir así, es que queremos vivir aquí.
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