sábado, 19 de noviembre de 2011

La vecina

Siempre omitimos historias de nuestra vida, o las contamos en tercera persona, porque es difícil admitir lo que hicimos o lo que nos avergonzó; a mi me pasa que he herido a muchas personas, las herí sin querer, alguien me dijo que mentimos para no lastimarnos, lo malo es cuando la otra persona se da cuenta de que le mentiste...Pero ese ensayo sobre la verdad ya lo publiqué antes.
Volviendo a lo que hicimos y no decimos, puedo empezar este cuento hablando de los diciembres en casa de mi abuela, todos esperaban algo, y tenían algo que hacer, recuerdo el horno de la abuela, y el Guajolote* con las alas tronadas, por que la abuela acostumbraba matarlo ella misma, los dulces, el FrutCake, la cena, los adornos, la espera de los regalos y el color de la luz que entraba por toda la casa, eran días diferentes, mas puros, menos llenos de misera. Para mi las 2 semanas de vacaciones eran eternas, y llenas de visitas y de una nostalgia que aún conservo, quizás es la historia de mi vida, buscar y seguir buscando.
Bien, yo conocía a Teté, era una niña dos años mayor que yo, vivía en la casa de junto, en los días en que yo tenía, al rededor de 8 años; ella llegaba a jugar a casa o pedía que yo fuera a jugar con ella, a decir verdad, estar a solas con ella me llenaba de unos nervios mórbidos, algo en mi ombligo pasaba de ser una sensación graciosa, aumentaba y se convertía en una excitación morbosa; me hacía ir el lunes, y luego el lunes mas tarde, y el martes temprano, y el martes mas tarde después de la comida, y completar la semana hasta el día de la víspera navidad, y llegar por la mañana a jugar otra vez. Algo en sus ojos grandes y sus ademánes afectados de niña pre puberta, y por algún motivo, ese día estábamos jugando en su habitación entre sábanas rosas y holanes, sentados junto a su cama de tubulares blancos, y entonces entre las pláticas que no llegaban nunca a nada y el abrazo velado que nos dábamos; ella dio la vuelta, yo me acerqué más, ella me miró fijamente, se arrinconó contra la pared, un labio, la respiración ambigua y agitandose, dos centímetros más cerca y las bocas en el beso, chocando, derramando toda esa sed, que los días anteriores me había mantenido observando.
supongo que pasó más veces, solo que me gusta recordar esa vez, y como las vacaciones acabaron los días, las horas, los minutos,todo fue quedando atrás en una imagen mía que no volvió nunca.
Años después la encontré y como un viejo amigo, nos pusimos al día, sobre los caminos que cada uno recorrió, la sonrisa fue de un cariño añejo de muchos años, de mucho silencio, de cosas que no importaban. No la he visto nunca más pero recuerdo con muchísimo cariño, la tarde, y el momento exacto en el que me besé con la vecina.

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