viernes, 4 de noviembre de 2011

Rodrigo Dinosaurio y las cascaras de papa

La abuela estaba apurada con todo el trabajo en la cocina, y Rodrigo Dinosaurio tenia muchas ganas de contar todo lo que en ese momento le aquejaba; un poquito de su imaginación volaba y lo demás iba a adherirse a todos sus pensamientos que contaba con tal rapidez, mientras iba y venia de entre los cuartos a la cocina, mientras la abuela lo oía pero no estaba con mucha atención, pelaba papas y ponía al fuego algunas otras salsas que chisporroteaban y hervían, era peligroso estar en la cocina, la abuela se distrajo conversando con la ayudante que amasaba una pasta de hojaldre y embadurnaba de huevo con una brochita una charola llena de empanaditas... De pronto silencio, el pequeño Dinosaurio no hacia ningún ruido - "¿Donde estas?"- pregunta la abuela preocupada, y el niño no contesta, lo busca en la sala, en el patio, en el baño y cuando llega la cocina, el Dinosaurio asomaba las dos piernitas por un hueco entre la alacena y el refigerador, "¡¿Que es esto?!" exclama alarmada la abuela, cuando observa que el niño jugaba con algo dentro de la alacena, ahí habia una ciudad completa construida con cascaras de papa, puentes, cochecitos un parque, edificios, una estación y un pequeño circo con trapecistas, payasos, caballos, y un par de changos enjaulados, un zoológico. Vaya sorpresa, el pequeño Dinosaurio hizo todo eso solo con cascaritas de papa, -"¿Que haces Dinosaurio?"- "Hice un cuento abuelita", contesta el Dinosaurio y regresa a su juego

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