sábado, 9 de abril de 2011

Refranes.

Nunca he entendido bien ese refrán de "el que espera, desespera". Cuando era niño y escuchaba el refrán, me lo repetía una y otra vez tratando de desenmarañarlo, y algunas veces lo repetía tanto que perdía el sentido. Recuerdo una vez un viaje largo con mis papás, mientras yo me aburría viendo peñascos de un lado y bosque de coníferas del otro. De esas tardes de viaje cuando el cielo cambiaba de azul a negro tan lentamente que parece que nunca vas a llegar. Me repetí el refrán tantas veces que hasta me dolieron los dientes, y el espacio blando debajo de la lengua me daba una sensación de ansiedad.

¿Se desespera al esperar? Es decir, ¿se empieza a dejar de esperar mientras se espera? Es un poco confuso, pero toma sentido cuando lo explicas. Es una paradoja, es como decir que al nacer se empieza a morir, es como creer que se caduca la vida, que al nacer se comienza a envejecer y a cumplir con una ley natural. Por eso pienso que al esperar se va cortando la espera, o se des-espera, se agota, se acaba con esa espera.

A final de cuentas sigo con la misma idea, pero no entiendo del todo el refrán. Y mi tesis sobre esta explicación vino a mí en el momento en el que llamaste. Estaba a punto de volverme loco pensando en qué decirte, porque ¿qué podía decir? Partiendo del punto de que la primera cosa que vino a mi mente el día que te conocí es que quería verte desnuda, y es lo último que pensé hace un momento. ¿Desespero? No lo creo, porque aún no te lo digo con esa claridad. Entonces solo estoy esperando, complicándome todo y creyendo que de decir lo que quiero decir y de hacer lo que quiero hacer perdería la oportunidad.

¡Oh, incertidumbre! Estoy desesperando de esperar....

Y entonces toque tu cuerpo, pequeños recovecos, dulce aliento satisfacción, un poco de sombras, luz, placer y sudor, tu espalda mis caderas chocando contra tu alocada sensación de saciedad, te mecías entre mis sabanas, en desesperación perseguí tu cuello, despacio, aproveche el tiempo, golpeando más, y más, y más… deleitado, satisfecho, húmedo como azulejo de bañera después de un baño… libre claro y ruidoso, rugiendo sobre ti.

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