viernes, 15 de abril de 2011

Viernes, 6:45 p.m.

Cerré las ventanas que un día, estuvieron tan abiertas y tan llenas de sol; hace tanto tiempo que el mundo, este mundo, mi mundo ya era obscuro, nunca me di cuenta de como se llenó de tonos grises, de hojarasca, de ramas entre las paredes y los muebles, entre las sillas; la vajilla, los lugares servidos, los cubiertos, y el mantel manchado; hace un rato que encontré vestigios de una fiesta hermosa, momentos que sucedieron hace mucho tiempo, cuando los chorros de luz que yo veía en sus ojos me daban mucha fuerza para continuar. Sobre esa mesa, aun quedaban platos con restos de comida a medio podrir, copas quebradas con un caldo sucio y mal oliente, otros mas, almacenaban agua de lluvia y mugre. La visión de esta escena, me trae a la mente imágenes, me recordó la manera en la que una noche la vi, de espaldas a la luna, un gemido, besos en ese hotel barato, y también otros momentos, miradas que no volvieron a ser.

De pronto, en otro recuerdo me vi con mucho dolor, me vi en la escena temiendo perderla, cuando sabia que tenia muchos días que la había perdido, bajo una cintura temblorosa y excitada, bajo un par de piernas detestables, y con todo el rencor incontenible comencé a desear que cayeran muertos ambos, entonces rompí con la visión patética de ese mundo; esa mañana me quede parado, inmóvil, estuve viendo el mar mucho tiempo, absorto ante mi sombra, con ganas de reventar en llanto...pero no lo hice; se supone que a esa edad, y a ningún otra, el dolor debería alcanzarte de esta manera y dejarte tan impotente, tan desprotegido; para ese momento el que deseaba caer muerto era yo. Aun siento la arena bajo mis pies, aun oigo su voz, sus burlas y su cara pálida maquillada de resaca, admitiendo la verdad.

Ahí sobre la arena, pasé muchos minutos esperando, admitiendo, odiando, y nunca sucedió nada; porque nada sucede en este lado del hemisferio, nada excepto ese día, nada excepto la madrugada anterior, nada excepto el dolor, las lagrimas que queman los ojos, la vida, los amigos, su olor a desilusión, y las heridas por la espalda, ¿Porque que nunca lloré? porque esperaba, esperé hasta que el ultimo de sus retratos cayó, espere un tiempo, tiempos, y la mitad del tiempo; Y oí una voz al fondo de toda esa situación, la voz venia desde el otro lado del mar donde se une la bóveda celeste con el agua, esa voz, no dejaba de murmurarme, obligándome a salir de mi trance, y regresar a la orilla, trate de enfocarme mucho, hasta que pude entender que me decía, "se fuerte muchachito, se muy fuerte, y no dejes que te vean llorar, y de ahora en adelante no dejes que nadie piense que eres debil"...y no dejes que te vean llorar, y de ahora en adelante no dejes que nadie piense que eres debil"...y nunca dejes que piensen que eres débil”… Hoy que lo pienso, el mensaje no era para mi, era para un muchachito que no sabia que es el dolor, pero ya lo sabe, era un mensaje para el día viernes.

Ese mensaje me golpeó y desmayé por horas, viví las noches con insomnio y los días a medio despertar, no hay tumbas para vivos, pero debería haber guías que te liberen el alma cuando no regresa y se queda a medio cuerpo, porque caminas con la mente en otra parte; Yo en cambio que me dedico a escribir y sublimar mi experiencias, tardes, días, noches enteras de tequila y pastillas para dormir, hasta que caí en cama, no dormir y no comer te hacen valorar lo que es la vida y lo que significan las cosas, adicto al desamor, me até a un recuerdo de ella, y seguí sumido en furia, escribiendo de día y tocando en un bar por la noche, termine mi primer libro; así también encontré muchas manos descalzas, muchos torsos desnudos, muchos pechos, muchos labios, aprendí a distinguir sonrisas verticales perfectas, esperando cada vez que me hicieran sentirme libre de ella, pero también la buscaba, por lo menos en la obscuridad, deseaba que esa vez, tuvieran su voz y me frustraba la mañana siguiente, porque el encanto termina al amanecer.

Pase de victima a victimario en cuestión de minutos, patrocinado por mi suerte de escritor primerizo y músico bohemio; por esos días me dejó de importar la persona en turno, solo era yo y mi dolor.

Una mañana que un extraño cantaba un tema sobre el sueño de alguien más, todos mis sueños, también terminaron de caer, yo el ingenuo, caí en mi cama con unas ganas rotas ya compuestas, y vi unos ojos diferentes, un cabello rizado que con el viento y el agua fría tenían una sensación distinta.

Ese y otros días, fueron recuperando el tono, y la luz entro no porque nadie lo pidiera, sino porque si, porque era tiempo, porque otra voz diferente, libre de todos esos idiomas inentendibles me pidió una canción. Fue en ese momento que volví del dolor, el mensaje, estos nuevos ojos, y mi vida me ayudaron a entender, fue cuando comprendí que a ella, la que yo buscaba, la que se marchó, disfrutaba regalarse así, que era su finalidad, pero el día viernes, no necesitaba dolor, ni siquiera lo comprendía, “no llores muchacho, se muy fuerte”, me lo grite a mi mismo y al mar.

Estos días, le he encontrado un sabor mejor al jugo de naranja, a la gelatinas, al the de limón que deje de tomar hace mucho y a tiempo, huele bien y puedo volver a disfrutarlo; Anoche, justo pase por esa calle, y no sentí lo mismo, tuve fuerzas además para ir hasta el mismo hotel, rentar la misma habitación, y nada me detuvo, volví a casa dos días después, ya pude abrir las ventanas, temía que algo de mi se hubiese perdido, que todo ese mundo del que pude finalmente escapar, me hubiera destruido, pero pude volver a esta estancia, volví a ver todo el desorden, la vajilla regada por la mesa, las sillas movidas de su lugar, el mantel, las plantas, los olores, era la misma escena rota del principio, ante mi el mismo cuadro gris la misma añoranza de un pasado mejor, pero esta vez que vuelvo a ese lugar, sus ojos no me dijeron nada, sus aspavientos y la manera en la que oculta lo que piensa ya me dejaron de fascinar, el color de los dedos de sus pies, ya no es el mismo, toda ella se ennegreció, el sol la hizo morena, paso de un hermoso amarillo pálido a un despreciable ocre putrefacto, y ante esta escena me pregunto si esa mariposa fútil en la que se convirtió entiende algo, me pregunto además si dentro de esa coraza fría, su mascara sangra por sobre las cuencas de los ojos vacios, ¿tendrá alma?, dejó de ser un ángel de sonrisas para convertirse en ese demonio que destruyó todo lo que cabía dentro el día viernes a las 6:45, ese minuto ya no existe, lo consumió ella con su soberbia, y lo consumieron sus pecados a escondidas.

Se que ese minuto no existe, porque ayer hice la prueba, espere a que dieran 6:44, seguí viendo las manecillas, observando cualquier alteración, atento, no quise parpadear para no perderme nada; cuando el reloj dio la vuelta completa al llegar al doce… nada, las 6:46, busque desesperado, ¿dónde está ese minuto?, revolví el escritorio, y trate de buscarlo entre mis cuadernos; no está, mi minuto, el viernes a las 6:45 no existe, sus ojitos negros y muy redondos, su cabello claro y lacio, no existe mas ¡¿Donde?!, y volví a estar triste, mis minutos, los demás, de los otros días, no son como ese, no pesan los 450 gramos, no dicen lo mismo, no me lloran, no me piden un refrigerio para la escuela, no me fascinan como mi minuto, mi viernes a las 6:45.

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